Capítulo 7.

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Pasaron cinco días en los cuales, a través de mensajes de texto y llamadas, Stacy con Camille se volvieron más cercanas que nunca.

Stacy permanecía muy contenta y quería armar una salida con sus hermanas y con Camille. Aunque eso era más para demostrarles a los demás, sobre todo a Thony y Caro, que podía tener amigas y no le costaba demasiado ser sociable con las personas.

—¡Stacy! —gritó Leo— ¡te pedí más jugo de naranja y no me estás prestando atención!

—Ay, perdona. —Le sirvió más jugo y guardó la jarra en la heladera—. ¿Así eres de gritón con mamá?

—Ella al menos me presta atención —murmuró haciendo un puchero.

La rubia sonriendo lo abrazó fuerte: —estaba distraída pero ahora dime ¿tú que quieres hacer?

Leo estuvo en silencio por tres minutos, absorto mirando los platos lavados. —No lo sé.

—Anda, que si no me dices ahora y elijo otra cosa te vas a molestar.

—¡No se vale!

—Bueno, bueno. —Stacy levantó los brazos—. Tomate todo el tiempo que necesite, señor.

El pequeño rió bajo: —juguemos en la consola.

—De acuerdo. —Ella caminó refunfuñando y tomó asiento mientras veía a su hermano prender y pasarles los controles—. Pero nada difícil o que me confunda.

—Ja, novatos —dijo Leo negando y riéndose de Stacy.

Estuvieron concentrados alrededor de una hora hasta que el timbre sonó cinco veces.

—¡Ya va! —chilló Stacy corriendo hacia la puerta principal— ¡Maxwell!

—Hola. —Le besó la mejilla e ingresó a la casa cabizbajo y con las manos en ambos bolsillos.

—¿Por qué la cara? —preguntó preocupada y los dos fueron a los sillones pequeños ya que Leo se acostó en el más grande ocupando a lo largo mientras seguía concentrado en sus video-juegos.

—Hola, Max.

—Hola, Leo. —Maxwell miró a su amiga negando—. Peleamos con Kate.

—Oh... ¿tu novia?

—Supuesta novia en todo este tiempo y resulta que la mujercita tenía dos novios más —contestó molesto.

—Lo siento.

—No creo que lo sientas pero gracias —habló seco— siento dolor de cabeza y coraje.

Ella asintió: —sí.

—Y ya grité, estuve a punto de llorar. Necesito distraerme.

—¿Quieres jugo de naranja? —preguntó después de unos minutos.

—Eres bastante mala para calmar o dar consejos. —Maxwell rió—. Al menos el que seas tan fría me resulta gracioso.

—¡Hago lo que puedo! —contestó gritando.

—Lo haces mal.

—Te estoy escuchando por lo menos.

—Necesito consejos ahora.

—Qué desagradecido.

—Habla la que nunca me agradece porque siempre estoy cuando estás mal.

—También estoy contigo.

—Nunca vas a mi casa.

—¡No me invitas!

—¡Tú menos y aquí estoy, Stacy!

Desde los ojos de Violet.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora