Capítulo 29.

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El sol ingresaba por las ventanas de Violet de un domingo a las cinco de la tarde. La temperatura subió en todo el día a lo que ella aprovechó para ventilar y limpiar un poco su habitación, al terminar eso fue a lavarse cara y dientes además de colocarse luego las lentillas marrones y un jean negro con una remera ajustada roja, ya lista le mandó un Maxwell diciéndole que lo esperaba abajo.

Cerró con llave la puerta, guardó el dinero en su bolsillo trasero y colocándose sus lentes rojos de pasta bajó por las escaleras para que sus pies entraran en calor. Esperó a Max unos segundos, hasta que las puertas del ascensor se abrieron mostrando a un rubio con lentes de sol y acomodando su cabello.

—Eres un modelo —comentó ella riendo y tomó su mano.

—Unas bellezas estamos. —Se acercó a ella—. ¿De nuevo los lentes? Violet tus ojos naturales son los mejores.

—Me acostumbré —habló sonriéndole.

—Igual todo te queda bien.

—Gracias, a ti igual.

—Lo sé.

—Bombones.

—Bombones —repitió Maxwell, abrió la puerta del hotel y esperó a que ella saliera para cerrarla. No dio ni dos pasos que frenó tirando del brazo de ella—. ¡No!

—Ayy, ¿qué?

—Vamos para otro lado —murmuró en su oído.

—Pero el mercado es por ahí.

—Violet.

—Maxwell. —Se apartó un poco—. Iremos al mercado y después a donde tú quieras.

—El mercado cerró —contestó apresurado.

—Entonces vamos al supermercado.

—Sí, sí. —Caminó y Violet le frenó el paso.

—Es para el mismo lado.

—No, no, no, vayamos para allá... —Negó en susurros que la chica no logró entender.

—Miren a quien nos cruzamos de vuelta. —Los dos miraron quien les estaba hablando y era el mismo muchacho salvo que venía acompañado con otro que no había dicho comentario alguno.

Violet viró los ojos: —¿qué haces aquí?

—No es obvio —respondió con una sonrisa amplia.

—¿Por qué me estás siguiendo? —soltó molesta.

Maxwell negó. —Es mejor que nos alejemos y....

—Niña, es una ciudad tan pequeña y aparte no te seguimos a ti, sino al rubio. —Indicó con la cabeza a Maxwell, quien ante las miradas de todos dio dos pasos atrás sonrojado.

—¿Y por qué?

—Mi amigo —habló el chico abrazando a uno de su misma estatura— estudia en la facultad y lo reconoció.

—Estudio artes también —añadió desinteresado.

—A ti nunca te había visto. —El primer muchacho levantó una ceja esperando una respuesta.

Violet se iba a molestar pero luego lo pensó dos veces y se tranquilizó, al menos pasaba desapercibida y eso le ayudaba a favor en que no la pudieran reconocer o seguir con facilidad.

—Mejor, entonces con permiso.

—Pero... —Se paró delante de ella nuevamente—. Queremos acompañarlos, notamos que son nuevos aquí y qué mejor que nosotros para enseñarles un poco el lugar.

Desde los ojos de Violet.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora