Capítulo 38.

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El viernes por la mañana, Oliver tocó la puerta de Violet y ella lo recibió con muchos besos además de un largo y cálido abrazo. Algo en la chica se modificó, puesto que verlo le hacía pensar en otras cosas y podía relajarse un poco más.

—Te extrañé —habló él en su oído todavía abrazándola.

—También yo, Oliver. —Violet le sonrió y depositó un beso ligero en sus labios.

—Creo que vine en un mal momento.

—Oh, no. Prefiero quedarme contigo que ir a la facultad.

—¿Estás segura?

—Preparo un poco de chocolate y tomamos en la cama ¿te parece? —preguntó ella.

—Sí, linda. —Oliver dejó la mochila en la mesa del comedor y luego de sacarse las zapatillas y la chaqueta, se acostó en la cama.

Violet con rapidez calentó la leche agregándole cacao en polvo y una pizca de azúcar, para colocarlo en una taza grande y meterse en la cama junto a Oliver, quien miraba su teléfono concentrado.

—¿Algo para comentar?

Él resopló: —ni te imaginas.

—¿Te fue bien?

—Todo salió bien —contestó bebiendo un sorbo de la chocolatada— al principio tuvimos problemas porque uno de los muchachos no quería irse.

—¿Por, era peligroso?

—No, Violet. —Él rió acariciando su mejilla—. Porque su mujer estaba embarazada y no quería dejarla sola así que nos atrasamos un día y medio hasta conseguir a otra persona porque el jefe quería a alguien que conociera.

—Oh....

—Entonces llamó a su cuñado y de ahí salimos. En el viaje no hubo problemas pero al llegar nos confundimos de hotel y... —Empezó a reír negando—. Nada. Todos eran chicos y estaban muy asustados.

Violet sonrió: —mm, y tú los cuidabas a todos.

—No. Yo dije que no soy niñera de nadie y cada uno se cuida como puede o sabe.

—Uh, qué malo. —Le sonrió mirándolo.

—Y sí —murmuró besando de vuelta los labios de su novia— después todo estuvo bien.

—¿Y ahora tienes trabajo de nuevo?

—Ah, sobre eso. No trabajaré por ahora porque hay un viaje al exterior y es en Colombia pero lo rechacé, les dije que prefería quedarme aquí y aparte quiero pasar tiempo con mi novia.

—Mejor para mí. —Lo abrazó—. Deben odiarme.

—No, saben respetar. Cada uno tiene su familia.

—¿Familia? —Otra sonrisa, esta vez más amplia, se formó en el rostro de la chica, quien desde hace tiempo tenía problemas con esa palabra en específico, porque no terminaba encontrándole sentido después de todo lo que vivía.

—Sí, ah y me dedicaré en las carreras. Tengo un hermano que juega y a veces debo cubrirlo.

—¿Hermano? No sabía que tenías uno.

Oliver rió: —un amigo pero le digo así.

—Ahh ya.

—Espero que no te moleste, amor.

—No —respondió pensando en eso— mientras no te pase nada malo.

—Nada me pasará. —La tapó bien por las espaldas y la abrazó para que Violet apoye su cabeza en el pecho del chico—. Tienes los pies helados.

Desde los ojos de Violet.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora