Capítulo 26.

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Aquella noche, Violet no logró descansar bien y hubo varias razones: una de ella era el calor que sentía más la manta, la fiebre, el paño sobre su frente y sus pensamientos.

Lo primero en su mente fue el tema de sus padres biológicos, intentando validar que la dejen en abandono. Le resultaba chocante esa actitud y todavía más el querer justificarla, le creía a Catalina pero todavía existía algo en su interior que los rechazaba o mejor dicho: rechazaba la actitud que tuvieron, que según Violet era errónea y había más maneras de seguir.

Lo próximo fue Marcus y Lea, y la gran farsa que habían armado durante todos estos años y parecía que seguiría así hasta el día de sus muertes. Dialogaba consigo misma y su actitud le generaba más bronca que decepción, si le hubieran dicho desde el principio quizás lo hubiera tomado bien pero, ahora con la información que poseía, seguía atando ciertos cabos que en su momento le parecían demasiado raros. Uno de ellos eran las pocas fotos que tenían de Stacy cuando era una bebé o en su embarazo, y muchas a partir del año de edad ¿le habían mentido también a Scott y Caroline? No de la nada traes un nuevo bebé a la casa y le explicas a tus dos hijos todo lo que ocurrió.
Un recuerdo se coló, provocándole un poco de llanto: Marcus y Lea siempre la llevaron a un hospital diferente para hacerse los estudios o controles que todo niño necesita, incluso de grande iban a uno privado por cualquier situación que le pasaba a ella, y cuando se trataba de sacarle sangre, un solo médico la atendía desde que ella tiene uso de razón.

Apareció Anthony y el tinte de tristeza se modificó por uno de enojo y traición por parte de él y de Caroline. Por unos días logró olvidarse de él, aunque no podía tenerlo afuera de su mente para siempre, esperaba que llegase el día en que dejara de dolerle lo que Thony le hizo y pudiera conocer a alguien más. Sin embargo, justo en donde se encontraba, el chico seguía, lo extrañaba y, a pesar de buscar formas en borrarlo, le añoraba, incluso sus caricias, besos o palabras de aliento. Sí, se querían demasiado pero ella sentía la necesidad de verlo y terminar lo que ambos habían empezado.

Respecto a sus estudios no tenía nada planeado ni siquiera asegurado por el momento, le dificultaba tanto el ser menor de edad y estar en la nada prácticamente, porque tampoco contaba con su DNI. Debía esperar hasta abril para cumplir la mayoría de edad y hasta ese entonces las clases ya comenzarían, y siendo el primer año no le dejarían unirse a esa fecha.

Pensó en vivir con Catalina, después de todo era lo más cercano a una madre que tenía y en los documentos, ella figuraba como tal. Aunque después se arrepintió, porque todavía no se encontraba al cien por ciento segura con ella y a Violet le costaba bastante formar relaciones. Si ya desde pequeña desconfiaba de las personas, ahora sería el doble con lo que su propia familia le había hecho. No era su culpa que sea así, las cosas resultaron de esa manera y debía adecuarse a ello.

Tosió un par de veces y encendió la luz porque sintió un golpe seco en la puerta. Asustada miraba directo hacia esa dirección, rogando que hubiera nada pero preparada para gritar si algo pasaba. Logró calmarse en cuestión de minutos y otra idea le llevó a su mente: podía pedirle a Catalina que firmara como tutor para que ella pueda sacar el DNI y así, con su ayuda también, lograría anotarse en la Universidad y empezar a estudiar cuanto antes.


—Buenos días. —Le besó la mejilla y tomó asiento. Su desayuno contaba de panqueques con crema y un café con leche—. Gracias.

—Buenos días. ¿Dormiste bien? —Catalina se sentó al frente de ella.

—Sí, ahora me siento mucho mejor.

—Esto sí me lo creo porque tu carita lo dice.

Violet rió: —¿quiero preguntarte algo?

—Dime, Violet.

Desde los ojos de Violet.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora