Capítulo 42.

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El siguiente año.

Violet únicamente sentía el rechazo de todos y se rechazaba a sí misma, a lo que era inevitable que afuera pudiera encontrar algo más.

La profesora encargada de las prácticas de quinto le pidió a ellos que se retiraran, Violet corrió detrás de Thony. No aguantaba estar alejada de él, ni siquiera hablarlo, en esos momentos se conformaba con al menos hacer un trabajo juntos. Además quería saber qué le sucedía, ya que muchos comentaban que lo vieron la semana pasada discutiendo por teléfono y casi a punto de llorar.

—¡Ya! Tranquilo. —Ella atinó a tomar su mano en el medio del patio.

—No me toques —susurró entre dientes alejándose— ¿qué rayos quieres, Violet?

—Esto: que hablemos y te dignes en mirarme.

—No hay que hablar.

—Por favor, Thony, por favor, sabes que necesito hablar contigo y....

—Violet, estás exagerando, sólo quieres atención y no estoy para dártela. Disculpa por tratarte mal pero estuve muy enojado.

—Está bien, no importa.

—Ahora te pido que te alejes de mí y sigas con tus temas —habló molesto.

—Thony. —Tomó su brazo con fuerza, si bien no fue tanto para Thony el acto y la intención le enfadó.

—¡No me jodas, no me busques, mierda me tienes harto! —gritó exasperado, dejando perplejos a los demás chicos que transcurrían por allí.

Violet miró al piso y atinó a caminar con rapidez a la salida. Aquellas palabras su mente las repetía en cada paso que daba y se le dificultaba respirar mientras avanzaba, sus mejillas ardían y sus ojos despedían lágrimas.

No tenía derecho pensó tomando el primer taxi que pasara por el frente de la enorme facultad.

Al llegar a su departamento lo único que hizo fue dejar tirado las carpetas y bolsos, recostarse en la cama con la ropa de dormir y sollozar abrazando la almohada.

—¡Mierda, mierda! —exclamó al sentir el ojo derecho dolerle debido a las lentillas. Las quitó dejándolas sobre su estuche y volvió a llorar aunque esta vez más fuerte.

Violet sentía que iba a explotar. Thony rechazándola otra vez, le rememoró todo lo que había ocurrido para llegar a ese punto, ella no había elegido eso, por supuesto que no ¿quién lo haría? Nadie querría sufrir por rechazo, amor y exilio. Nadie consciente de sus emociones y saber cómo manejarlas.

La ansiedad comenzaba a generarse, aumentando el ritmo cardíaco y el llanto. El adormecimiento volvió, no podía llamar a alguien, no podía lavar su rostro, sentía que era imposible moverse así que sólo se quedó allí: llorando y sufriendo.


Dos semanas habían transcurrido en donde Violet no salió ni un solo minuto de su departamento, perdiendo clases y faltando a las prácticas. Su cabello se encontraba enredado debido a la suciedad por no bañarse, había bajado de peso porque no tenía apetito y la batería de su celular se había descargado.

Violet sentía que de tanto llorar, estar triste y sola, iba a morirse. La sensación de asfixio aparecía de vez en cuando, y era en esos momentos donde más sufría.

El timbre sonó dos veces. Se llevó una sorpresa al notar a Catalina esperando y sonriente.

—¡Violet! ¿Qué sucede, cómo estás?

—¿Por qué viniste?

—Digamos que por arte de magia. —Ingresó a la habitación—. Dime ¿qué anda pasando?

Desde los ojos de Violet.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora