Bajó del autobús despidiéndose de la señora, habían charlado un poco en lo que restaba del camino y aquella agradable mujer le pidió que se cuidara porque la terminal era peligrosa de noche, más para ella que estaba sola.
Inspeccion ó el lugar: algo abandonado porque no era la terminal de la capital, algunos faroles rotos y bancos escritos con corrector o marcadores.
Se notaba que no era un espacio seguro pero lo sería más si por lo menos algunos hombres evitaran comentarios desagradables o mal intencionados.
—Disculpa, ¿eres prima de Camila? —Se acercaron dos chicas de aproximadamente quince años.
—No, no la conozco —respondió.
—También le dicen Pupi —habló una riendo— es que tampoco la conocemos pero nos dijeron que era rubia, delgada y de ojos claros.
—Como tú —agregó otra.
—No, no sé de quién me están hablando —dijo fría y se dirigió al baño.
Mirándose al espejo ni siquiera ella misma se reconocía pero aceptaba que llamaba mucho la atención aunque todavía seguía con la gorra y esas vestimentas muy desarregladas, el yeso y las vendas le picaban demasiado. Miró sus manos, las uñas largas y algo despintadas, eso le recordó a las manicuras que hacía junto a sus hermanas. Algunas lágrimas no tardaron en salir aunque se lavó rápido el rostro al escuchar que alguien estaba por entrar.
Caminó hasta uno de los negocios abiertos y pidió un paquete de chicles sumado a caramelos porque su pansa sonó demasiado.
—Se está poniendo frío —habló un señor, tenía un diario y un sombrero— ¿esperas a alguien?
—No, no, en realidad sí pero no sé quién es, así que... su nombre es Camila.
—Oh, pues te haré compañía. También espero a una amiga. —Rió y se acercó un poco más a ella, quien lo notaba amigable y desinteresado ya que cada cinco minutos veía su celular, así que decidió por el momento quedarse con él.
Permanecieron alrededor de una hora conversando, el hombre quería saber más y más de Stacy y a dónde iría, le comentó que él conocía a varios amigos que tenían hoteles por una noche, y cuando ambos estén con la persona que esperan, vayan a ver juntos.
Se hicieron casi las ocho de la noche y al parecer ambos mintieron al decir que esperaban a alguien. Había anochecido demasiado temprano porque el clima estaba helado.
—Parece que se atrasó el colectivo.
—Sí, debe ser eso —respondió nerviosa— bueno, hasta pronto. —Le sonrió y caminó para salir de la terminal y buscar algún lugar para dormir.
A los segundos el señor estaba caminando a la par de ella y la tomó por los hombros: —es peligroso que andes sola por aquí.
—Estoy bien, me vienen a buscar.
—No te he visto con teléfono así que no tienes por qué mentirme. Ahora te ayudaré con algo de dinero y vamos a ir a algún hotel y pasaremos allí....
—¿Está loco? No iré a ningún lado con usted.
—Sí lo harás, niña. —Él tomó con fuerza su brazo.
—¡Suélteme, que ni lo conozco, viejo asqueroso! —chilló la rubia empujándolo. Unos policías se acercaron a ellos y ella logró cruzar la calle antes que pudieran alcanzarla pero agradeció que se quedaran hablando con él.
Trató de respirar con lentitud y no evitó llorar ante la tensión de que algo malo le hiciera aquel hombre. ¿Qué pasaría si ella hubiera accedido? ¿A quién pediría ayuda? No debía de confiar en nadie, ni siquiera en mujeres, porque al final estaba sola y debía aprender a defenderse como sea ella misma.
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Desde los ojos de Violet.©
Narrativa generaleStacy lo tiene todo en su vida. Emocionada por entrar a la universidad junto a su novio Thony, descubre una verdad que modifica parte de ella. A partir de eso, empieza a dudar y temer de las personas en quien siempre confió, y no puede responder a u...