La persona que lo puede salvar es una humana; la unica que pudo tocar tanto su corazón para vincularse.
Sesshomaru no queria, deseaba no estar cerca de ella pero su cuerpo sólo pedía a gritos su cercanía.
-Escuche tu grito de ayuda.
Ella sonrió.
-¿E...
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Miroku llegó con víveres a la nueva cabaña y los coloco en la mesa de madera, se quitó el gorro de su cabeza y sonrió.
-La aldea es muy bonita. —El chico se dirigió al moreno que se encontraba sentado en la pequeña sala. —Los aldeanos me regalaron unas verduras.
-¿Oh, en serio?—Bankotsu se levantó del sillón marrón y se dirigió al humano. Miro la comida que trajo y busco una manzana. —Es porque pareces un padre soltero.
Los dos chicos ríen por el chiste y continúan acomodando los alimentos. Inuyasha baja al escuchar la voz de Miroku y le sonríe, le enseña lo nuevo que ha aprendido en su libro de geometría y presume lo inteligente que es. Rin también baja, corre hacia el chico y lo abraza porque volvió.
-¿Dónde está?—El mejor amigo de Kagome guardo el pan y miro a los cachorros.
-Afuera. —Alzo los hombros Inuyasha, tomo una manzana y la observo. —Es el tercer día, me está comenzando a preocupar.
Hace tres días atacaron la cabaña donde se quedaban y como consecuencia, Kagome desapareció y no había ninguna pista que los llevara a su paradero. Sesshomaru enloqueció, y desde ese día busca a Kagome en su forma de lobo, aunque llega en la madrugada a la cabaña—que se encontraba en un pueblo cercano del ataque—no cambiaba de forma y aullaba por su compañero. Sus hermanos trataron de que se quedara a descansar, pero no pudieron detenerlo y salió de nuevo de la casa. Miroku y Bankotsu ya no sabían que hacer, deben moverse antes de que los cazadores lleguen a ellos, y que el líder de la manada esté ausente, los hace más vulnerables.
Miroku comenzaba también a preocuparse, y aunque él igual quería salir a buscar a su mejor amiga, no podía dejar solo a los cachorros y al protector de los lobos. Le prometió que los cuidaría y eso hará.
