La persona que lo puede salvar es una humana; la unica que pudo tocar tanto su corazón para vincularse.
Sesshomaru no queria, deseaba no estar cerca de ella pero su cuerpo sólo pedía a gritos su cercanía.
-Escuche tu grito de ayuda.
Ella sonrió.
-¿E...
Hoy será un gran día, su padre le llevara a un picnic de princesas, su mamá le dijo que prepararía un gran almuerzo para ellos y así disfrutarían la tarde como se debe. La pequeña de cuatro años sonrió, no entendía muchas de las cosas pero se encontraba muy feliz por poder jugar con su papá.
-Rin. —Su madre la llamo, la pequeña dejo su conejo de felpa a un lado y prestó atención a su mamá. —Tu hermano mayor ira a una caza, así que no podrá ayudarte a elegir un juguete para hoy.
-¿Hamano no?—Pregunto con su cabeza ligeramente inclinada, aun le costaba pronunciar la r.
-No, lo lamento. —Su progenitora se agacho y acaricio con delicadeza la mejilla de su hija. —Pero te ayudare a ponerte un bonito vestido.
La niña de inmediato acepto y se levantó, agarro a su peluche y emocionada camino de prisa a su habitación, atrás de ella la seguía su mamá quien solo sonreía con ternura al verla.
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Su papá la dejo en la habitación de su hermano, le dio un pequeño beso en la frente y cerró la puerta. Rin no entendía que sucedía y solo se dejó abrazar por Inuyasha.
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Fue jalada del brazo muy fuerte, encerrada en un armario, Inuyasha le cubrió su boca con su mano y le indico que guardara silencio. La pequeña cerró los ojos cuando comenzó a escuchar los gritos.
¿Dónde están sus papás y hermano?
Ellos deben estar a su lado, al menos para calmarla y susurrarle que todo se encontraba bien y que todo acabaría muy pronto. Pero no era así, de pronto Inuyasha también desapareció del lugar y ahora se encontraba sola en la oscuridad, y no tiene valor para gritar porque los monstruos vendrán por ella y la llevaran a un lugar aún más oscuro y peligroso. Así que sólo se queda llorando en ese vacío.
