Hubiera permanecido más tiempo en la posición que hace apenas unos minutos habia estado. Tantear una parte de su cuerpo, aunque solo fuera su vientre, ni de lejos era imaginable, más aún, que ella accediera. Mis pensamientos detonaron imaginando cada centímetro de su piel en un trayecto sinuoso con mis manos. Un tour privado, recorriendo y explorando. Tenía que reconocer que siempre he sentido una fuerte atracción por Alice, muy contenida, por cierto. Pero se marchaba otra vez y no desaproveché la ocasión de sentirla. Farfullé entre dientes cuando acabó la canción y con ella... La magia.—¿Qué te apetece tomar?
—Lo que tomes, tú —contestó.
—¿Seguro?—Enarqué una ceja y ella asintió.
Brenda se aproximó hasta nosotros y como siempre inclinó su cuerpo apoyándolo un poco en la barra.
—Vosotros seréis con los que acabe mi servicio de esta noche —dijo, mostrando todos sus dientes—. Soy Brenda. Amiga de este barbudo.
—Pero un barbudo sexy y sensual—agregué. No hizo falta las presentaciones, la espontaneidad de Brenda tomó el control.
—Alice —dijo, presentándose—. Encantada de conocerte, Brenda.
—¿Qué quieres tomar, Alice?
—Lo mismo que Roko —me señaló.
Brenda tomó la botella de whisky y dos vasos.
—Esta vez lo quiero solo. —Llenó el vaso con tres dedos del líquido cobrizo.
—¿Y tú? —le preguntó a Alice.
—Con un poco de agua templada.
Brenda ladeó su cabeza cuando escuchó las preferencias de Alice.
—Mmm.., tú si que sabes abrirlo —dijo, y me miró por el rabillo del ojo.
«¿Qué quiso decir?» «¿Qué sabía abrir?». Alice, en cambio, parecía tener claro a lo que se refería al mostrar una plácida sonrisa. Hizo un gesto con su mano dando el alto para que no echara más agua a su vaso. Tan sólo había sido, el contenido que cupiera en un pequeño tapón.
Observé como llevó el vaso a su boca. Fue un pequeño sorbo que saboreó, en una suave fricción en sus labios. Volvió a beber un pequeño trago y de nuevo sus labios se besaron el uno al otro. Inconscientemente relamí los míos al ver como degustaba el néctar cobrizo, ahora un poco más dorado por la mezcla. Sentí la necesidad de convertirme en ese preciso momento en hombre líquido, para que me bebiera y atravesar su garganta en un viaje sin retorno.
—¿Qué ha querido decir Brenda con que sabes abrirlo? —pregunté una vez se fue. La curiosidad me podía, más aún después de verla beber.
—Al añadir el agua —apoyó el vaso en la barra y su índice bordeó el filo de él—, mitiga un poco el alcohol y se abre apreciando mejor el aroma y sabor.