Capítulo 12.1

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Como dijo Roko, no nos habían pillado «in fraganti», pero haber estado cerrado el despacho con llave, se hubiera puesto en marcha la rumorología

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Como dijo Roko, no nos habían pillado «in fraganti», pero haber estado cerrado el despacho con llave, se hubiera puesto en marcha la rumorología. A Lisa no se le escapó detalle cuando me dijo que llevaba la falda torcida y una hebilla -la cual utilizaba para sujetar un lado del cabello cuando trabajaba cara al ordenador-, prendida en la punta de un mechón. Poco le pude contar, Harry llegó a los diez minutos, buscándola. Solo tuve el tiempo justo para decirle que me gustaba, que había quedado alguna vez para tomar algo y mañana por la tarde teníamos una cita.

Roko era un hombre que le gustaba vivir el presente. Por más que había intentado evitar la atracción que me producía llegara a más, no lo había conseguido. Ahora solo deseaba verlo de nuevo. Antes de salir, tuve un mensaje y llamada de él, para concretar la hora que quedaríamos. La cual sería a las cuatro, un par de horas después de que cerrara la tienda. La prontitud para quedar era porque quería enseñarme las zonas más interesantes de Londres, enviándome en un mensaje cuales eran sus favoritas. Lugares que conocí de pequeña, exploré como loca cuando era una adolescente y disfruté paseando de adulta.

«Que tonto eres», pensé varias veces.

Pero me gustaba el juego y lo seguía para ver hasta donde sería capaz de sorprenderme. No dejé de sonreír el resto del día.

Como venía ocurriendo durante la semana, la salida de la empresa se demoró. Era las ocho de la tarde. No era la única, tanto Harry, Ray y algún ingeniero o arquitecto se encontraban en la misma situación de retraso por el exceso de trabajo. No para los demás empleados, los cuales finalizaron a las cinco de la tarde.

Al cruzar el vestíbulo saludé al seguridad que hacía el turno de noche. Le pregunté si mis tíos se habían marchado, informándome que el único había sido Ray. Al salir noté una ligera suave brisa. La noche anterior fue igual y según los pronósticos se presentaba la misma agradable temperatura para el fin de semana. Pensar que el buen tiempo nos acompañaría en el día y la noche, me hizo doblemente feliz.

No había avanzado un par de pasos, cuando un agarre en mi codo me detuvo.

-Alice, espera.

Lo último que me apetecía, era volver a hablar otra vez de lo mismo con Koby.

-Ya veo que también te has quedado hasta tarde.

Koby salió en mangas de camisa, con la chaqueta apoyada en la bandolera que colgaba de su hombro. No sabía como se las apañaba para llevar su pelo castaño oscuro arreglado durante todo el día, igual que si hubiera acabado de salir de la peluquería.

-No me importa. Tener bastante trabajo, significa que estoy en una o la mejor empresa de construcción -contestó mientras se pasaba la mano por la cabeza-. ¿Te apetecería ir a tomar algo? Podemos estar más tiempo ya que mañana no trabajamos.

-Lo siento Kobi. Lo que más me apetece es llegar a casa. Parece que no tienes suficiente con los almuerzos que hemos tenido juntos en estos días.

-Ir a echar un vistazo a las obras y después comer contigo junto alguno de tus tíos no es precisamente una cita -siseó-: Es trabajo.

Mi buen amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora