Nunca había detestado tanto mi trabajo como hasta ahora. Desde que Koby nos interrumpió anunciando el viaje a Cardiff —el cual fue de un día—, no había parado de ir a un sitio y otro por lo mismo. Solo pude estar con Roko un rato el miércoles cuando regresé y el jueves, porque desde viernes de madrugada hasta el domingo por la mañana que estuve de vuelta, tuve de nuevo que salir fuera y esta vez del país. Un viaje de negocios que hice con Harry a Holanda.
En el primer viaje de la semana con Koby, transcurrió bien. En ningún momento insistió como la última vez. Las conversaciones durante la comida y cena que compartimos se remitieron al trabajo que teníamos entre manos. Y las veces que se pasó por el despacho —el resto de dias—, fue por lo mismo. En todo momento estuvo correcto.
El mismo día que marché a Cardiff, Roko terminó su trabajo en la empresa. Y los pocos días que estuve por la empresa lo extrañé al no verlo merodear por ella. Ahora había que esperar a la construcción del jardín de infancia para tenerlo cerca. Por lo que me comentó Harry en un par de semanas comenzarían. Como también lo haría mi padre en unos pocos días. Y aunque le llevaría parte de su trabajo para que no se agobiara como la última vez, tendría un poco de respiro.
Antes de mi viaje a Holanda, Roko me comentó sobre la función en la que actuaba Evangeline, fue una sorpresa cuando me dijo que estaba invitada a la representación de la obra de Romeo y Julieta que se celebraría el próximo domingo por la tarde. La última vez que vi a Evan, fue hace tres años, en una de las veces que acompañé a mi madre a la jardinería.
No sólo estaba invitada yo; Cameron, Katia y Brenda, también. Según me contó, desde que la novia de su amigo abriera la peluquería, Evangeline se paseaba por ella como —según se expresó Roko—: «Pedro por su casa». Y con sus dos amigas se llevaba de maravilla. Durante el fin de semana que estuvimos juntos, me contó sobre el pequeño escarceo que tuvo con Brenda al poco de llegar y no llegó a nada cuando le habló del enamoramiento que sentía por su jefe. Si no fuera por ese motivo, quién sabe si hubiesen estado juntos o no. Tuve escalofríos de pensarlo, porque me hubiese perdido el conocerlo, aunque en ese tiempo cuando nos volvimos a encontrar, lo único que deseaba era alejarme de él. Lo poco que conocí de Brenda me pareció una chica ocurrente y divertida.
Me encontraba cerca del recinto donde se representaría la función. Faltaba poco para las cinco de la tarde, hora que comenzaba. No tuve problemas para encontrar estacionamiento en una de las calles paralelas, Roko me mandó la ubicación. Un centro juvenil en el barrio donde vivían en Brixton. Pocos metros me separaban del lugar indicado. No conseguí divisarlo entre la pequeña aglomeración de personas que se encontraba en la entrada donde se realizaría.
Según me aproximaba, abrieron las puertas para acceder al interior y, el pequeño tumulto, comenzó a dispersarse, fue cuando pude ver su melena rubia suelta. Observé como el Sr. Baker y sus amigos accedieron dentro. Roko se quedó fuera y aceleré el paso. Una sonrisa iluminó su cara. Dos días que no lo veía. Dos días que me moría de estar con él. Dos segundos nos separaban.