Capítulo 10.2

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No podía creer que tuviera este imprevisto. Un mes atrás hubiera ido sin dudar, pero ahora después de haber estado en una nube con Roko, lo menos que quería hacer es salir de Londres. Totalmente irónico, al principio huía por la atracción que me producía y ahora por la misma causa quería quedarme a su lado. Porque desde que salí de esa terraza hasta que me topé con mi tío Ray, estuve en estado de levitación. Sin embargo, a las cuatro de la tarde tenía que acompañarlo en viaje de negocios hasta Cardiff. Una reunión que se prolongaría un par de días.

Lo normal en estos viajes, es que lo acompañara Harry o mi padre. El primero estaba preparando unos cursillos que debía impartir a los obreros de la empresa que trabajan en el exterior y mi padre porque se sentía cansado por el exceso de trabajo que estaba llevando y encontrándose agobiado. La solución al problema —según Ray— era yo, ya que en un futuro ocuparía un puesto importante en la empresa e iba siendo conveniente que empezara a relacionarme con directivos de empresas que requerían los servicios de la constructora.

Terminé de preparar lo que necesitaba en una pequeña maleta, dispuesta a ir de nuevo a RJH Greene donde me estaría esperando. Antes de que supiera el cambio de planes, Roko se había marchado y no pude decirle que no nos veríamos en unos días. Cuando llegara al hotel donde me hospedaría, le mandaría un correo, explicándole. No quería que fuera a pensar que estuviera huyendo de él por lo que había pasado, ya lo había hecho en los otros encuentros que tuvimos.

Desde que salí de ese cuarto de almacenaje, quise volver a entrar, sentarme en esa mesa, que me besara y tocara. Nunca había deseado a nadie… Tanto. Roko se acababa de convertir en una razón en mayúsculas. En vivir más el presente, una aventura o lo que surgiera, pero quería estar con él. Aunque estaba totalmente convencida de que al final no saldría bien. Pero no había vuelta atrás, estaba decidida, pese a salir después escopeteada.

Tomé un taxi que me dejó en la puerta de la empresa. Ray no quiso que llevara mi coche. Me gusta la velocidad, a él todo lo contrario y se ofreció para conducir. Pensaba que estaría esperando en el vestíbulo. O no había llegado desde su casa o estaría en su despacho.

Me acerqué hasta Carol, ella me informaría.

—Carol…¿Sabes si Ray está en la empresa?

—Subió a su despacho hace cinco minutos. Me dijo que cuando llegaras lo esperaras aquí —me informó—. Alice, tengo que darte… —Comenzó a buscar entre unos papeles—. ¡Oh, dios mio!, espero no haberlo perdido —suspiró de alivió cuando encontró un sobre con el cual comenzó a abanicarse—. No te vi cuando te fuiste, seguro que fue cuando fui al baño. —Me dio el sobre de una carta. Escrito mi nombre como destinatario—. Es de Roko.  Me dijo que te la entregara personalmente en mano porque le iba la vida en ello.

El corazón me latió apresurado ¿Qué habría ocurrido? ¿Estaría en algún problema? No atinaba por los nervios a despegar el sobre. Cuando lo conseguí, antes de sacar el papel que había en su interior, miré por un segundo a Carol que estaba expectante ante mi reacción.

Mi buen amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora