CAPITULO 52

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Narra Lyana

No sé cuánto tiempo ha pasado, abro mis ojos poco a poco, los siento pesados pero lucho por abrirlos. Debo estar lo más despierta posible, debo buscar la manera de salir de este lugar.

Lucho por quitar las esposas de mis manos pero solo me lastimo por el movimiento, al igual que mis pies que están muy bien amarrados a la cama, afortunadamente sigo vestida, ese loco no se atrevido hacerme nada aun eso ya es ganancia.

De pronto la puerta se abre y veo a Héctor entrar con una charola en sus manos, sea lo que sea no pienso comer de eso.

—Buenos días mi amor, que bueno que ya despertaste. —me sonrió y yo lo mire seria sin decir una sola palabra —es fruta como te gusta. —Me volvió a sonreír buscando mi rostro —vamos tienes que comer antes que Héctor vuelva. —

—¿Damián?. —le dije asombrada y el asintió sonriendo —¡Dios! Damián mi amor, me tienes que sacar de aquí por favor. —le suplique sabía que debía ganarme su confianza y aprovechar cuando la personalidad de Damián dominaba en ese cuerpo.

—No puedo, si Héctor se entera te mata, así que shhhhh. —Puso su dedo índice en mi boca —mejor come. —me sonrió poniendo un pedazo de melón delante de mí.

—Damián, tu eres bueno, no dejes que Héctor gane por favor. —le suplique.

—Come Lyana. —vi que su rostro cambio y me asuste, creo que estaba empezando a reconocer cuando Héctor hablaba y di vuelta a mi rostro.

—No quiero hablar contigo, deja que Damián vuelva. —le dije sin verlo.

—Damián, Damián. —se paró molesto —Damián es un imbécil y vas a comer lo quieras o no. —y sin  más salió de la habitación.

Yo voltee a ver asombrada a donde se había ido pero no tardo en volver traía unas cuerdas las cuales me pusieron más nerviosa de lo que ya estaba.

—¿Qué vas hacer?. —dije atemorizada al ver que amarraba un extremo de la cuerda a la cabecera de la cama.

—Eres rebelde Lyana, pero aquí vas aprender a obedecer. —me miro y amarro el otro extremo a mi  cuello.

—Héctor me estas lastimando. —grite al sentir que la cuerda lastimaba mi cuello, después paso otra cuerda por mi frente y la volvió amarrar a la cabecera de la cama haciendo imposible que moviera mi cabeza sin lastimarme.

—Ahora vas a comer lo quieras o no. —Se volvió a sentar en mí y puso el tenedor con fruta delante de mí, con su otra mano tomo mi quijada obligándome a abrirla —Sera mejor que comas sino te vas ahogar. —me advirtió sonriendo.

—no por... —fui interrumpida por la fruta que entraba en mi boca, lleno mi boca con varios bocados y después me miró paciente hasta que terminara de comerlos, yo trataba de masticar lo más rápido posible para no ahogarme con la fruta.

—Ya ves nada te cuesta. —Dio unos leves golpes en mi mejilla y sonrió levantándose sobre mí —Hoy te tengo una visita muy especial. —me sonrió

—¿Qué?. —dije desconcertada y el asintió divertido.

—Así es mi amor, hoy te tengo una visita muy especial, pero antes debo ir por ella.

—¿De quién se trata?. —estaba bastante nerviosa al ver su actitud.

—¿No querías a tu hermana de vuelta?. —me sonrió y sentí que un balde de agua fría caía sobre mi cabeza.

—No te metas con Lía, Héctor. —le grite desesperada

—ja,ja,ja ¿y sabes quién me la va entregar?. —Se acercó a mí para mirarme a los ojos —tu amada tía, si le ofrecí mucho más que dinero y acepto gustosa. —

Obsesión PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora