CAPITULO 51

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El hombre me sonrió tomándome de los brazos fuertemente— Héctor eres un idiota que casi deja escapar a la paloma. —cuando escuche eso quise correr pero el maldito hombre me sujetaba fuertemente.

—no, no, no, no. —me revolví entre sus brazos y Héctor se acercó y me dio una cachetada que me dejo mi mejilla ardiendo y aturdida por el fuerte golpe.

—cállate, nunca te atrevas a golpearme de nuevo porque te juro que lo pagaras con lo que más amas. —Me grito y tomo mi cabello entre sus manos haciendo arder mi cuero cabelludo, dolía y mucho parecía que lo quería arrancar de mi cabeza —llévala a la casa, la maldita me dio un golpe bajo. —dijo soltándome bruscamente.

—Ja,ja,ja,ja si serás bruto. —se burló su cómplice mientras me obligaba a caminar de vuelta a la casa.

—Por favor, déjenme ir no diré nada se los prometo. — decía desesperada.

—Claro que no dirás nada. —volteo a verme Héctor con su cara desencajada y su mirada negra.

—Cuando me llamaste para decirme que por fin la traerías no lo podía creer viejo. —le decía el tipo que hasta ahora no se su nombre a mi acosador mientras este caminaba delante de nosotros —palomita, te va gustar tu nuevo hogar. —me sonrió el tipo y yo lo mire horrorizaba.

Llegamos a la casa me llevaron casi a rastras hacia un sótano, estaba oscuro y frio, había una puerta por el cual entramos y Héctor me aventó haciéndome caer al piso.

—No maltrates a la paloma, no seas bruto. —dijo su cómplice levantándome, yo solo lloraba.

Cuando sentí que ese tipo me volvía a agarrar me desespere y empecé a gritar. —no suélteme, suélteme. —pero el tipo era fuerte y fue ayudado, me llevaron a la cama me que acostaron yo me movía demasiado para zafarme de ellos pero era imposible, el tipo sostuvo mis manos por encima de mi cabeza y Héctor las esposaba a la cabecera de la cama, mi corazón parecía que se quería salir de mi pecho, sabía que iba a morir aquí si no lograba escapar. Una vez con mis manos sujetas hicieron lo mismo con mis pies.

Los dos hombres se separaron de mi para observarme yo solo moví mi cabeza a un lado, no quería verlos, me sentía impotente.

—Bueno, creo que es hora de descansar. —dijo Hèctor mientras desaparecía por un momento.

—Vas a pasarla muy bien con nosotros nena. —dijo el tipo mientras tocaba mi pierna, lo que hizo que la moviera rápidamente para quitar su mano sobre mí.

—No me toques. —le dije entre una mezcla de molestia y miedo.

—Vaya, si salió brava la palomita. —rio agarrando más fuerte mi pierna.

—Suéltala infeliz. —se oyó la voz de Héctor detrás del tipo he inmediatamente lo hizo.

—No la vuelvas a tocar, ¿me escuchaste? —Lo tomo de la camisa y lo azoto contra la pared— ella es mía, solo mía y no permitiré que tu ni nadie ponga sus sucias manos sobre ella. —le grito golpeándolo una vez contra la pared.

—Cálmate Héctor solo bromeaba. —decía nervioso su cómplice.

—Pues no me gustan estas bromas y tú lo sabes. —lo soltó violentamente —conmigo no se Juega Ramón. — yo observaba a ese Héctor violento que no conocía y me asustaba cada vez más.

—Bien. —dijo viniendo hacia mí y lo mire asustada, saco de la bolsa trasera de su pantalón una jeringa con un líquido trasparente en su interior.

—Héctor. —Le dije tartamudeando —por favor, sea lo que sea eso no lo uses en mí. —le dije nerviosa y él me observo con atención.

—Necesitas descansar y esto te permitirá hacerlo. —dijo mientras le quitaba el plástico que protegía la aguja y se acercaba a mí.

Obsesión PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora