Para Reynaldo Gasca, en los últimos meses su vida se había vuelto fría, una vida perfecta entre trabajo, diversión y descansó. Cualquiera envidiaba el estilo de vida del ahora líder del equipo charro del rancho "De la Cruz" pero para Rey su vida est...
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Yo no lo sabía, simplemente fue un accidente haberlos encontrado mientras ellos se besaban, todo fue que tuve que ir al rancho por unos papeles que necesitaba para sacar mi pasaporte y visa. Solo fue una visita rápida, sin que nadie se enterará y supiera para no causar problemas en la casa.
— ¡SAÚL! ¡ANA! — Grité furioso al ver la escena, ellos se encontraban besándose en la sala de estar teniendo a un lado a Alicia quien dormía recargada al regazo de mi sobrino. Ambos se levantaron viéndome con una cara de susto, tornándose pálida su piel al verme.
— Valentino. — Ella decía mi nombre mientras unas lágrimas salían de sus ojos.
— Exijo una explicación...— Gruñí mientras poco a poco me acercaba a ellos.
— Valentino, yo puedo... —
— ¡Yo no quiero escuchar nada de ti! — Grité con furia despertando a Alicia quien empezó a llorar a sentir el ambiente tenso del lugar.
— Mi amor, ven aquí chiquita. — Ana fue tomar en brazos a su hija quien me veía con miedo, tomando un poco de aire traté de tranquilizarme mientras pasaba un poco de saliva.
— Ana, llévate a Alicia. Hablaré con Saúl y después será contigo. — Dije más tranquilo, la mirada de ambos se quedaron viéndose unos momento pero al final Saúl solo asintió como señal para que la mujer se retirara con la niña.
En la sala quedamos ambos yo miraba a mi sobrino pero él no me daba la cara solo estaba cabizbajo en frente mío, a pesar de que yo era menor que él. Saúl me tenía un cierto respeto por la jerarquía familiar.
— ¿Dónde están los demás? Isidro, Elena... Adrián. — Dije serio.
— Ellos fueron a una junta a la destilería, yo me quedé para irme al lienzo charro para entrenar con el equipo. —
— Entiendo. — Chasqueé la lengua un par de veces. De repente solo apreté los dientes, soltando mi mano, dándole una fuerte bofetada a Saúl quien solo respiraba agitado al sentir el golpe que le había dado. — Si algo odio en particular son las personas traidoras. Esas personas que no tienen piedad por las personas a quienes apuñalan por la espalda. ¿Por qué? — Los segundos pasaron y no respondió. — Saúl, ¿Por qué? — Volví a preguntar de una manera más lenta pero más enojada, de nuevo siguió sin responder y solo fulminó la paciencia que tenía. — ¡CON UNA CHINGADA SAÚL! ¡¿POR QUÉ TRAICIONASTE A ADRIÁN DE ESA FORMA?! ¡TU HERMANO, CABRÓN! —
—... Ninguno quería, simplemente se dio. La amo. — En cuando dijo lo último le volví a dar otra bofetada.
— No tienes derecho de decir eso, no con ella... Es la esposa de tu hermano. —
— Será muy su esposa en el papel y ante dios. Pero su corazón es mío, ella también me ama. — Quería darle otro golpe pero decidí tranquilizarme y hablarlo pacíficamente, me tomé unos minutos sentándome en la sala, cerrando mis ojos solo tomé varias veces respiración profunda, Saúl se quedó sentado a lado mío.