Capítulo 37

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      POV CHRISTIAN

Anastasia abre los ojos lentamente. Se sostiene la cabeza con ambas manos confundida y mira el entorno.

— ¿Estás bien?— Estoy ansioso, sólo quiero que esté bien, y no me odie por mi estilo de vida.

— ¿Donde estoy?— Pregunta confundida

— En mi habitación— te he traído después qué te desmayaste por mi culpa.

Ella se queda viéndome con sus hermosos y grandes ojos azules. Por primera vez en mi vida me siento horriblemente expuesto. En este instante siento que con esos ojos azules como el mar puede ver a través de mí, y no me gusta mucho la sensación.

— Tuve una pesadilla, soñaba que me llevabas a ese cuarto donde tenía atada a tu novia en una cruz, y me confesaba que eras un amo...— de repente abre los ojos como platos, y se incorpora bruscamente— ¡No lo soñé, tú me llevaste ahí, y me dijiste tus gustos...!

Me siento realmente avergonzado. Quito mi mirada de sus ojos acusatorios. Nunca me he sentido tan expuesto como en este momento.

— Perdóname— es lo único que sale de mi boca.

Se levanta de la cama, y se queda parada viéndome.

— Perdóname— repito.

Nunca antes pedí perdón por mis actos, nunca antes sentí la necesidad de ser perdonado. Pero ahora, necesito escuchar que ella no me odia.

Ella sólo se queda callada, mientras mi ansiedad va en aumento ¡Di algo Anastasia Steele!

—No tengo que perdonarte nada, pero necesito que me ayudes a entender— me suplica después de lo que pareció una eternidad.

— Ok, trataré de responder a tus preguntas.

— ¿Seguro Grey?

— Por supuesto, te escucho.

En qué mierda estaba pensando cuando le mostré de golpe todo eso. Aún es una niña, y yo soy un adulto hecho y derecho que no debe de ser impulsivo y sobre todo no pervertir a la que según la ley es mi protegida. Y estoy haciendo todo lo contrario.

Ya la cagué, y tengo que asumir las consecuencias. Ana tiene una lengua muy afilada y cuando quiere, es capaz de ser hiriente, y solo a mi se me ocurre darle la oportunidad de escuchar la historia sobre el origen de mi depravación. Suspiro y espero a que dispare.

—Bien. Me has dicho que te gusta azotar y follar a mujeres, ¿Porque lo haces?

—¿Cómo a qué "porque lo hago"?—

Sí supieras el origen de mi depravación, saldrías huyendo hacías las colinas.

—Si, digo... No creo que de la noche a la mañana hayas dicho algo como: "Voy a follarme a esta fulana y antes le voy a golpear con una pala solo para ver qué tal..."

—Ah, eso...— suspiro y trato de pensar en una respuesta que no la confunda más o la espante.

—No conocía otra forma de follar más que esa, por que así fue como inicié mi vida sexual— le respondo sin rodeos.

—¿De verdad? ¿Tu chica te pidió para ponerse en onda que la azotaras? ¿Cómo lo hiciste?

—No me pidió nada, no era una chica, y al que azotaron fue a mí. Y por lo que recuerdo, no fue agradable o erótico.

—Si no lo disfrutaste, ¿porque lo hiciste?— Dice horrorizada.

—Tenia quince años, estaba con las hormonas descontroladas y era algo así como un renegado, un salvaje... Hasta para mí propia familia, y la mujer con la que lo hice sabía bien de qué iba todo eso, así que solo me dejé llevar para un fin.

—¿Pero qué dices? Yo tengo casi dieciocho y también mis hormonas descontroladas, y no por eso me dejó follar y tratar como un animal.

—No era como un animal...

—Ah, perdón... Te veía como si fueras un delicioso y joven ternero, ¿y ella te cenaba a las hierbas finas o en tu propio jugo?— sabía que diría algo así...

—No, Ana...

—Te voy a repetir lo que le dije a Flynn hace días: Eres un hombre que le gustan las mujeres que se dejan atar a una cruz de madera y maltratar porque no tienen ni pizca de amor propio!!

¡Ouch! Más directa no se puede. Aunque tal vez tenga razón.

— ¿Hablaste con Flynn de mi? Eso no está bien...es feo hablar mal de la gente cuando no están presentes.— Le riño

— No hablé mal de ti, sólo se me salió por qué ese señor me presionó, pero eso no viene al caso, estamos hablando el hecho que te azotaron siendo todavía un niño— «niño» lo dice horrorizado.—¿Porque permitiste eso? Dime— insiste

—No lo sé... Tal vez hizo más fácil el asunto de que no me gusta que me toquen, sin sacarme de mi zona de confort— gruño molesto por como me está haciendo sentir.

—Pobre de la arpía que se atrevió a tratarte así... Aún hay cosas que no entiendo y me voy a informar sobre esto, pero más le vale que no se te vuelva a acercar porque la mataré yo misma después de hacerle todo lo que te hizo a ti, pero diez veces peor...

—Ana, olvídalo.

—¿Estás loco? ¿Cómo demonios me pides que lo olvide? Esa mujer, quien quiera que sea te manipuló a su antojo aprovechando tu vulnerabilidad...

—No lo entiendes. Ella me ayudó a centrarme y a definir prioridades, me encauzó...

—No. Te manipuló. Tú eras un chico... ¿No lo entiendes? ¿Qué pensarías si en tu lugar, yo hubiera Sido a la que azotaron, amordazaron y follaron como a una prostituta, y que mi integridad dependa del estado de ánimo de él imbécil ese con el que me iban a vender?

La forma como lo dice es horrible. Aunque imaginarme a ella siendo follada y azotada a los quince años es escalofriante. Realmente es horrorizado. Todo mi cuerpo se estremece.

— En tú caso hubiese Sido realmente espantoso... incluso asqueroso, pero fui yo, y yo era un hombre.

— Yo era un hombre— me remeda — no seas machista, lo que hizo esa mujer, se llama abuso sexual.

— Ya basta Anastasia!! Es mejor que nos olvidemos de todo esto y seguir con nuestras vidas— ya me fastidio.

— Quiero nombre Grey— Insiste

— ¿Qué? No te diré nada más.

Me levanto de la cama y camino hacia la puerta.

— Ósea ¿La vas a proteger?— Dice enojada

— Si lo ves de esa forma, si...la voy a proteger — en realidad no pretendo proteger a Elena, sólo quiero evitar un enfrentamiento entre yo y mi familia, por qué sé que si le digo a Ana que fue Elena, ella irá corriendo a decírselo a Mía.

— ¿Tan grande es ese amor que sientes por esa mujer, que no vas a decirme nada? — Me dice dolida dejándome petrificado

Lo que menos siento por Elena es amor.

— Siento cualquier cosa por esa mujer, pero no siento amor. El amor es para los idiotas— tan pronto cómo digo la última frase me arrepiento al ver su expresión herida.

— Está bien...te dejaré en paz— dice caminando hacia mi— y no te preocupes por tú secreto, que yo no diré nada— añade pasando por mi lado.

Joder Ana ¿Por qué lo complicas todo?

Lo alcanzo de inmediato y la tomo por el brazo.

— ¡No me toques!— Masculla entre dientes, con expresión de rabia y dolor.

Por un momento me siento vulnerable sin siquiera saber que hacer. No quiero perderla por culpa de mi cobardía, por no asumir lo que siento.

— Ya entendí que nunca te vas a enamorar de mi...

Las palabras salen sin siquiera pensarlo y termino confesándole:

— Estoy enamorado de ti.

Anastasia; Mi Dulce DesafíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora