Capítulo 45

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POV ELENA

Estoy en el juzgado, fastidiada de esta absurda situación. Un imbécil con un carrito de hot-dogs se atravesó en mi camino, me estorbó su horrenda chatarra y la aventé muy lejos y ahora resulta que por no pagar por ese trozo de basura del idiota ese, y de paso pagar fianza, me quieren condenar a hacer tres meses de servicios comunitarios

-¿Cómo se declara la acusada?- pregunta la juez.

-Inocente- respondo tan segura de mi misma, le hice un favor a la gente decente, esas porquerías no deberían existir en esta ciudad

-¡¿Perdón?!- chillan la fiscal y la juez.

-Si, señoría. Ésa porquería me estorbaba, solo la quité del camino.

Deberían darme las gracias.

-¡Se subió a la acera y destrozó mi fuente de trabajo!-chilla del otro lado de la sala el estúpido ese del carrito.

Me encojo de hombros y miro al frente. Ese montón de ineptos no tiene idea de las relaciones que tengo en Seattle. Así que pierde su tiempo, y me hace perder el mío, y no comparemos... Mi tiempo es oro.

-Señora Lincoln, asumo entonces con sus palabras y su actitud beligerante que no ve el daño que ha causado- dice la juez y se retira sus lentes.

-Señoría, yo hice un favor a la ciudadanía. Gente como esa no debe estar en las calles...

-¡Usted no sabe nada! ¡Es una persona despreciable!- vuelve a gritar el idiota de la chatarra. - ¡Vieja fea!

¡¿Me ha dicho vieja y fea a mi?! ¡Pero que se ha imaginado este bastardo!

- ¡¿Está llamandome vieja? ¿A mí?!- Yo podría ser la hija de mis amigas. Me veo de veinticinco.

-¡Silencio!- ordena la juez dando un martillazo.

De inmediato nos quedamos callados todos los presentes y la fiscal solo me mira con algo que yo llamaría "envidia mal disimulada". No la culpo, siempre he sabido cual es mi lugar en el mundo.

Veo que la juez suspira y da un sorbo a su vaso con agua que tiene a un lado, si esa mujer no fuera capaz de joderme la existencia, tal vez podríamos ser amigas.

-Señora Lincoln, lo que dañe a la ciudadanía lo vamos a solucionar nosotros, para eso estamos. Y en cuanto a su moral... Está tan perdida que me sorprende pueda llegar al estacionamiento- espeta enojada la juez. - Y su edad no está en discusión- añade.

Pobrecilla, tal vez hasta me compadezco de ella y le doy una cortesía para que se vaya a consentir a mi spa... Lo necesita con urgencia.

-Mi moral es intachable- respondo, mis ideas son radicales, pero muchas veces efectivas. Tengo un sumiso de 27 años que es muestra de ello. - En cuento a mi edad, se perfectamente que represento mucho menos de lo que tengo.

-Lo dudo mucho, señora- masculla la fiscal.

Antes de poner en su lugar al idiota del fiscal, mi abogado me pide silencio, y con su mirada me hace entender que lo estoy haciendo mal, pero no entiendo porque, esa cosa estorbaba.

-Tiene dos opciones, señora Lincoln: o cumple con la sentencia fijada por la fiscalía o hace un bien mayor, de acuerdo a "su moral"- dice la juez.

No me gustó cómo gesticuló lo de mi moral, pero lo dejó pasar porque la curiosidad me carcome.

-¿Qué labor?

-Ser padre de acogida.

-¿Por cuanto tiempo?

Anastasia; Mi Dulce DesafíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora