Capitulo 55

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   POV ANASTASIA

A cinco minutos antes de las siete de la noche bajo al comedor como la pedófila indicó para cenar. Para parecer convincente con mi engaño, me cuelo a la cocina y veo que la empleada de Elena está por salir al cuarto de servicio y voy rápido a la nevera, busco una cebolla y rápido la parto en pedazos. Le hago al borde de mis mangas de la chaqueta una abertura muy discreta y meto los pedazos de cebolla dentro. Debe ayudarme a llorar... Aparentemente “estoy muy triste por perder a Christian”.

Joder, la cebolla huele feo.

Levanto todo el resto y lo tiro en el triturador de basura, lavo el cuchillo y salgo para volver a mi dormitorio.

Trato de recuperar el aliento para no verme muy obvia y escucho cuando la empleada de Elena me toca la puerta para llamarme a cenar.

— Niña, es hora de cenar.

— En seguida voy — respondo tapándome la nariz con un pañuelo de papel para fingir que estoy congestionada y salgo poco después.

¡Dios! Qué suerte la mía cómo para haber elegido la cebolla más fuerte del frigorífico... Vuelvo a la habitación para ponerme algo de perfume y disimular el mal olor.

Creo que no fue muy buena idea lo de la cebolla, pero por hoy, bastará. Ya mañana pensaré en algo... No creo soportar empaparme de cebollas todos los días.

Elena me mira entrar al comedor y parece satisfecha por mi aspecto.

Disfrútalo mientras dure, perra anciana. No olvides que yo voy a reír al final.

Me siento y miro mi plato. No sé qué carajo es lo que me han servido, pero no me agrada su pinta. Dios me perdone, pero esto se ve asqueroso.

— Soy alérgica al gluten, así que te vas a acostumbrar—  me dice al ver mi gesto de desagrado. — Además el gluten engorda.

Vieja engreída, cómo si fueras la mujer más hermosa del universo.

—Esta bien...—  como si tuviera opción.

Lo pruebo y no sabe a nada, le falta sal, un poco de ajo y tal vez un poco más... ¡Pero si la nevera estaba llena de vegetales cuando fui por la cebolla! ¡Maldita tacaña!

En fin. Sigo comiendo y a los pocos minutos veo entrar a la empleada que le masculla algo al oído a Elena y ésta se pone de pie. Sin decirme nada se va con la mujer y al ver que se han apartado voy por un salero a la cocina y por accidente escucho que Elena está hablando por teléfono, y escucho que regenta un spa y salón de belleza en sociedad con Christian, como no sé para qué me serviría, solo hago nota mental para informarme, ya después veré qué se me ocurre, vuelvo al comedor y hago algo más comestible esta papilla asquerosa que me tengo que tragar si o sí.

Continuo y pienso en que esto es crema de langostinos o alguna de esas comidas pretensiosas y cara que Christian acostumbra comer.

Elena vuelve a los pocos minutos y se sienta de nuevo.

— ¿Qué tal la escuela?— me pregunta rompiendo el silencio incómodo.

— Bien— me limito a responder con la voz más triste que puedo fingir.

— ¿Y las calificaciones? Si Christian te dejará a mi cuidado, quiero excelencia. No quiero una retrasada mental en mi casa.

¡Vieja estúpida!

— Voy a tutorías después de clases para ponerme al día — miento... O algo así, porque Christian es el que me da las tutorías, pero eso no lo debe de saber.

Anastasia; Mi Dulce DesafíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora