Capítulo 7

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Amelia

El mensaje de Chris me llegó apenas Alex cerró la puerta del departamento, corrí a la ducha a bañarme y alistarme para salir.
Me puse mis jeans con una blusa de mangas largas encima use mi gabardina negra, hoy el cielo estaba nublado sabía en cualquier comento llovería, agarre el gorro y la sombrilla, hoy no me agarraría desprevenida.

La dirección no estaba muy lejos del parque, estaba a una cuadra de ahí, toqué el timbre y la puerta se abrió, Chris se encontraba al otro lado de la puerta, olía a limpio todo y como sospechaba creo ganaba mucho dinero en el trabajo porque todo era de buena calidad, pero modesto, no estaba nada mal para un hombre. Me quito la gabardina y la puso en el armario que se encontraba cerca de la puerta.

— ¿Eres jefe de algo verdad?
— ¿Por qué lo dices?
— ¿Todavía preguntas? — le señale el departamento.
— Algo así.
— por eso tienes todo el tiempo del mundo.
El empezó a reír, tomó mi mano y me guío al salón donde se encontraba un piano.
— Esto quería enseñarte.
— es muy bonito.

Y lo era de verdad solo había visto unos cuantos, en tiendas, pero eran caros. Él tomo asiento en la silla y me invitó a sentarme.

— Sé muchas canciones, pero son más clásicas.
— lo supuse.
— Tal vez está si la conozcas, fue la primera canción que aprendí por qué mi madre le gustaba tocarla para mi hermano y a mí.

Él empezó a tocar las teclas y sonreí al ver que canción era.

— Somewhere over the rainbow — dije al instante.

Él asintió con la cabeza y siguió tocando, pude ver cómo disfrutaba tocar el piano es como si escapara de la realidad.

— Eso fue... — no tenía palabras para expresar — impresionante.
— Cualquiera la puede tocar.

Dice quitándole importancia.

— Eso no es verdad yo no puedo.
— ¿Quieres que te enseñe?
— ¿En serio?
— Sí, dame tus manos — no lo dijo dos veces y se las di, él las miró, las acercó a su boca y deposito un beso en cada una de ellas, me sonrojé al instante — hermosas y delicadas manos.

Puse los ojos en blanco.

— No te llevas bien con los cumplidos.
— Creo que ya somos dos.

Ignoró mi comentario para poner una de mis manos en las teclas y la otra al otro lado.

— Será un poco complicado porque tus manos están algo pequeñas.
— Es los que más me gusta de mí.
— A mí me gustan tus labios.
— ¿Te gustan mis labios?

Digo mirándolo para después desviar la mirada hacia las teclas.

— sí, más cuando los beso.
— ¿En serio?
— Si.

Pasó su dedo índice desde mi frente, nariz hasta llegar a mis labios.

— En realidad tu rostro me gusta mucho.
Empecé a reír.
— Bueno si me hubieras visto hace dos años no creo que te hubiera gustado tanto.
— Yo creo que sí.
— No — señalé mi nariz con mi dedo índice — Está es operación.
Él empezó a reírse.
— No te rías, es verdad tenía la peor nariz.
— No lo creo.
— Es en serio, te buscaré una foto y te la mostraré.
— se ve natural.
— Porque pedí que así me lo dejarán.
— hicieron un buen trabajo, porque de todas formas me gusta.
— No todos nacemos perfectos.
— Yo no soy perfecto.
— es tan típico de ustedes los perfectos. Negar todo.
— Es que es verdad nadie es perfecto.
— Eso es verdad, viéndote de cerca tus ojos están un poco separados y tienes una cicatriz justo debajo de tu barbilla — Dije riéndome de él.
— Lo ves.
— Es broma tus ojos son bonitos.

Antes que pudiera decir algo él me besó, su lengua exploraba la mía, eso hizo que una corriente fuera directo a la parte más sensible de mí, lo acerque más a mí, necesitaba sentirlo más, me cargó para ponerme encima del piano, le quite la camisa y casi se me cae la baba al verle el torso marcado, le pase mi dedo índice por su abdomen, lo mire y sus ojos azules eran más oscuros, fui bajando poco a poco hasta el botón de sus pantalones, gimió por el roce podía sentir su erección queriendo salir, desabroche el botón, le baje el cierre dejándolo en bóxer, él me besó de nuevo ahora más necesitado, beso mi lóbulo de la oreja para ir bajando por mi cuello, jalo hacia arriba mi blusa para que quedara en brasier, siguió con sus besos hasta llegar a mis pechos, mi respiración se volvió entrecortada, liberó un pecho para besarlo y morderlo, gemí en respuesta a sus besos, volvió a mi boca y me agarró por las nalgas para cargarme, puse mis piernas alrededor de su cadera, me acercó más a él, hasta que me depositó en el colchón, sin dejarme de besar, pude sentir sus dedos en el botón de mi pantalón, lo ayude a quitarme el pantalón para quedarme en bragas.

— En verdad eres hermosa.

Me besó de nuevo, esta vez su mano que estaba en uno de mis pechos fue descendiendo por mí vientre hasta la parte mi parte más sensible, la acarició y volví a gemir, metió su dedo en mí, levanté las caderas en respuesta, estaba demasiada excitada, el saco los dedos de mí y se los llevó a la boca.

— Y tan bien sabes bien.
— Chris...

Casi le estaba suplicando que me hiciera suya. Él se bajó el bóxer liberando su miembro. Dios era grande se me secó la boca, agarró un condón de la cómoda y sin esperar más me penetró, sus movimientos eran lentos al principio, pero conforme más me penetraba se volvía más rápido haciéndome gemir como loca, él mordía mis pechos, sentía que no podía más, me besó para así aminorando mis gemidos, eso hizo que alcanzará el éxtasis y no pasó mucho para que él me alcanzara.

 Dios era grande se me secó la boca, agarró un condón de la cómoda y sin esperar más me penetró, sus movimientos eran lentos al principio, pero conforme más me penetraba se volvía más rápido haciéndome gemir como loca, él mordía mis pechos, sentía...

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