Capítulo 7

4.4K 484 96
                                    

—Que va, si te digo que fue lo más extraño de la mañana — admito exhausta.

—No lo entiendo, ¿Ares se portó bien contigo?

—Pues sí.

—¿No era el que te miraba como psicópata?

—Ares no me mira mal, ese es Hades — corrijo —.  Y descubrí algo, su mirada es... sexy.

—Bueno, la verdad es que Ares es sexy. Él y Eros son los dos más putos guapos del grupo, sin embargo eso no les quita lo peligrosos y malditos.

—Sí, aunque he de confesarte algo... Ares no es así, no parece ser un cabrón... bueno, no sé bien cómo explicarlo, es un cabrón, sin embargo me refiero a que no es un malnacido como Eros. Él es muy lindo.

—Sí, bueno, te invitó a desayunar, platicó contigo, te dijo varias cosas... te creo. Aunque me resulta extraño.

—A mí igual, esto cada vez se pone más confuso. Te juro que siento que el cerebro se me inflama y va a explotarme.

—Dudo que pase eso, sin embargo lo mejor será que te relajes. Por lo visto aún no tienen un plan ni nada, y según lo que he entendido, no creo que vayan a hacerte algo... aún.

—Exacto, pero van a hacerlo. Tengo que atacar primero.

—No es una regla, además, si fuera tú, esperaría a ver su jugada. Si te adelantas a ello podrías equivocarte. Digo, estoy sospechando que ya no van a hacerte nada, así que si te adelantas a dar el golpe, podrías hacer que se echen para atrás en su decisión.

—Tal vez tengas razón. Pero por lo menos tengo que estar preparada por si deciden hacerme algo.

—Sí, pero llévatelo con calma. Además — inquiere inclinándose hacia mí y susurrando —. Si sigues saliendo con Ares podríamos obtener más información.

Alguien golpea la puerta, haciendo que brinquemos en la cama y nos separemos rápidamente como si pudieran entrar sin que abriéramos primero.

Becka se pone de pie entonces. Yo regreso la mirada a Cerbero y continúo haciéndole lo de hace un par de minutos.

—Vine por él — escucho decir a Eros.

—California ya ha comenzado a quitarle las pulgas — contesta mi amiga con gracia y se ríe.

—¿En serio? — pregunta el chico con cierto asco.

—¿Qué te da asco? Son sólo bichos — explico mirándolo.

—Lo van a hacer en el veterinario, no tenías que hacerlo tú.

—El pobre perro no podía vivir de la comezón, supongo que ahora se siente mejor.

—Bien, entonces vamos.

—Toma — sostengo al cachorro con ambas manos y lo extiendo a Eros, éste no muy seguro lo acepta y se lo pega al pecho.

—¿Me acompañas? — propone.

—¿Me ves con nada más interesante que hacer?

—Dado que estabas quitándole las pulgas a un perro, supongo que de verdad no tienes muchas cosas que hacer — piensa.

—Bien, voy con ustedes — acepto luego de observar al tierno perrito que me mira con ojos de suplica —. Supongo que el pobre tiene miedo de irse solo contigo... y vaya que entiendo porqué.

Nuevamente lo tomo de sus manos, lo abrazo contra mi pecho y busco algo en que meterlo.

Una caja.

Olympus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora