Me tomo un ligero y muy minúsculo descanso totalmente superficial.
A partir de que Eros y yo hemos hecho las paces, he tenido que fingir aún más, aunque esta vez es específicamente sobre el olvido de mis planes.
Ahora nos llevamos realmente bien, sin tener una amistad completamente hipócrita como lo era al inicio de todo, aunque claro, debo aclarar que sé perfectamente que ni él ha dejado a un lado sus planes, ni yo los míos. Eso me es obvio, sólo es parte del plan para poder ganar algo que yo no estoy dispuesta a perder.
Pero ahora no le aborrezco como solía hacerlo hace algunas semanas, me he permitido conocerle por muy superficial que pueda ser en realidad. Y hasta yo me he sorprendido al notar que acaba siendo agradable y no propiamente el tipo de maldito que me había hecho a la idea por su fama de malo.
Claro que lo más probable es que lo agradable sea solamente una máscara, esa que oculta al Eros real.
Real, macabro y despiadado.
Pero mientras el finge demostrarme su bondad, yo finjo enseñarle lo frágil y vulnerable que soy.
La camioneta entra al cajón de una sola intención y frena precipitadamente. Eros baja al instante y le miro desde la entrada del edificio.
—¿Lo conseguiste? — investigo sin moverme mientras camina hacia mí y se quita los lentes oscuros.
—Tuve que atravesar la ciudad en media hora solo por ti — responde afirmativamente y se detiene enfrente.
—Que gran sacrificio, tendré que tomarlo en cuenta.
Fenix sonríe y me tiende la mano para que ponerme de pie.
—Nada que no volvería a hacer — contesta encogiéndose de hombros —. Creí que no te encontraría aquí.
—La verdad no pensaba irme a clases, sólo me gusta que te sientas presionado — admito con diversión.
—Gracias, me gusta la adrenalina.
Comenzamos a subir las escaleras en silencio, y el ruido tan nulo del entorno nos hace ir callados también. Pues ahora todos están en sus clases y aunque no puedo estar segura de que somos los únicos aquí, es lo más probable.
Nadie que no sea alumno está en el edificio, nunca entran los directivos ni nada por el estilo, sólo un par de veces a la semana algunos conserjes vienen a hacer la limpieza, pero en realidad no hay nadie que pudiese decirnos algo por no estar en clase, además de que así estuviese aquí el decano, no podría reprochar nada en realidad.
Entramos al pasillo F y caminamos sin prisa.
—¿Tu habitación o la mía? — pregunta Eros cuando estamos cerca de la mía.
Lo pienso por un momento, y aunque hay algo que pone en duda mi idea de entrar a mi habitación, prefiero hacerlo y así no terminar topándome con alguno de los otros dioses después.
—La mía — acepto caminando los pasos que faltan a la puerta, y abro rápidamente.
Eros entra y vuelvo a cerrar la puerta, ambos nos sentamos en mi cama dejando espacio entre sí, donde coloca la mochila que traía colgando de un hombro y la abre.
—Bien, traje lo que prometí — habla metiendo la mano al bolso y saca una botella sin abrir de brandy.
—Hablabas en serio — señalo tomando la botella de la cama.
—Siempre hablo en serio — confirma sacando más cosas de la mochila —. Cuando iba de camino pensé: California quiere fumar hierba, pero seguramente no tiene una mierda donde fumarla — explica —. Así que aún con la media hora que me diste para atravesar la ciudad de ida y vuelta, conseguí cosas extra.
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Olympus
RomanceCalifornia Kendrick pisa por primera vez las tierras de la que será su nueva universidad y hogar: el Instituto Umbra. El colegio más prestigioso y elitista de la ciudad de Nueva York. Donde todo está sumergido en las sombras del Olimpo que es gobe...