Capítulo 37

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—Siguen aquí — observo una vez que estoy fuera de baño.

Rebecka está sentada en su cama, frente a ella está Ares y alcanzo a ver que hay una baraja frente a ellos.

Hera está detrás del rubio, tiene a Cerbero en los brazos y juega muy tierna con el, pareciendo por un momento no ser una maldita desalmada.

Eros está sentado en el suelo junto a Angus, ambos están con la mirada fija al frente y me doy cuenta que tienen un control de Xbox en las manos.

Por lo que volteo a ver la televisión, confirmando que están jugando como si nada.

Hades también está en el piso, solo que está con la espalda recargada en mi cama y a diferencia de sus amigos, no tiene un control en las manos, sino un libro.

Claramente el libro al igual que los controles son míos, y aunque debería molestarme ya ni siquiera me siento sorprendida y prefiero callarme.

Hermes está de pie frente a la cama de Becka, y le saca fotografías a su amiga y al pequeño Synyster.

El único al que no veo presente es a Zeus, y dado que la habitación es minúscula, supongo que ha salido.

Voy hasta el ropero y saco un par de tenis blancos, me los pongo sin necesidad de sentarme en algún lugar y me quedo un momento pensando que hacer.

Pues al parecer soy la única que no tiene nada por hacer.

—Muévete, cupido — ordeno llegando frente a él y le quito el control de las manos, pues he visto que ha perdido la partida y planeo ser la niña egoísta que no suelta sus juguetes.

El chico se para sin chistar y se sienta en la orilla de mi cama mientras tomo su lugar.

—Supongo que no quieres formar parte del equipo de los Locust — habla Angus.

—Supones perfectamente — confirmo su idea.

—Bien, entonces toma — el chico me cambia el control —. A Eros le gusta ser un locust.

—Como no le va a gustar, si es una asquerosa larva.

Angus suelta una carcajada y escucho que Eros también se ríe a pesar del insulto.

—El mal siempre gana — dice.

—Por eso mismo tomé su lugar — le digo a Angus y vuelve a reírse.

La partida comienza y nadie vuelve a agregar nada, ambos nos centramos en el juego y alcanzo a ver a Eros igual de concentrado a pesar de no estar jugando.

—Arriba — habla, pero no sé a quien de los le ha dicho —. Busca un punto alto para tener mejor visión del rival, y de preferencia que tenga dos salidas para no convertirte en una presa fácil.

El chico se ha puesto detrás de mí y casi susurra las indicaciones en mi oído, cosa que me da escalofríos.

—Créeme que sé jugar, no necesito ayuda — respondo haciendo todo lo contrario a lo que ha dicho.

No porque sea una mala idea, incluso es lo que suelo hacer, pero no pienso hacer lo mismo que él dice y darle la razón en algo.

—Recuerda que aunque estes en campaña, tu equipo no va a ayudarte en realidad y nadie va a cubrirte.

—¿Quieres cerrar la boca? Sé lo que hago.

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