Capítulo 53

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Abro la puerta y me encuentro a Becka con el disfraz en las manos mientras lo analiza a profundidad.

—Hola... — saludo.

—Estaba buscando mil maneras para evitarlo — explica sin mirarme.

—¿Cómo evitar lo inevitable?

—Así es, cómo hacerlo.

—Becka...

—Ya lo sé, debo dejar de ser tan reservada y atreverme a hacer esto para no morir socialmente, ya lo entendí.

—En realidad iba a decirte que si no te sentías cómoda con el disfraz podíamos hacerle algún arreglo o buscar algo que te hiciera sentir más cómoda.

—¿De verdad?

—Sí, de verdad — confirmo —. Entiendo que usar algo así para ti es un paso demasiado grande.

—Pero... ah — se queja y baja los hombros rendida —. Quiero hacerlo, quiero ser y sentirme capaz de hacer algo normal, algo que cualquier otra chica puede hacer. Algo que tú puedes hacer.

—Lo entiendo, pero es un proceso y tal vez deberíamos ir más lento con ello.

—¿Y qué propones?

—Mis padres me invitaron ayer a casa, así que entre las cosas que dejé encontré algo — cuento poniendo una mochila en mi cama y abriéndola —. Toma, debe quedarte.

—¿Una falda?

—Sí, la usé para un disfraz hace uno o dos años, quedará bien con el tuyo como complemento.

—Gracias, pero, ¿usaremos esto para ir a la feria de Umbra?

—No, nos los podremos luego de ir, para la fiesta de los dioses.

—De acuerdo.

—¿Cómo estás?

—Bien. Y por cierto, Ares vino anoche.

—¿Ah sí?

—Sí, eran cerca de las nueve.

—¿A qué venía?

—Claramente vino a buscarte, le dije que habías salido hace poco, que no sabía con quien, pero creía que era alguna vieja amiga.

—¿Hizo más preguntas?

—Solo pregunto por qué no te había acompañado, pero le dije que yo recién llegaba de salir con Gian, por eso no fui contigo, pero inventé que me habías invitado. Ya sabes, para que pareciera real y algo de amigas.

—Genial, debió creerte, no me llamó ni nada parecido.

—Creo que la próxima vez deberíamos ponernos de acuerdo para mentir de la misma forma.

—Sí, lo haremos. Ahora vámonos, seguro ya hay gente afuera.

Me aseguro de llevar el móvil conmigo y salimos a la par.

Posiblemente no haría esto si no fuera por Becka, pero si ella está haciendo el sacrificio de ir a la fiesta de esta noche, no me cuesta nada hacer esto.

—¿Cómo están, pequeñas? — Hera aparece de la nada y nos abraza por la espalda, rodeando nuestros cuellos con ambos brazos.

—¿A qué se debe tu amigabilidad? — pregunto sin dejar de bajar las escaleras.

—Uy, puedo ser cortés de vez en cuando.

—Pero muy de vez en cuando — me burlo.

—¿No te va que lo sea? Puedo ser más maldita si lo prefieres.

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