Capítulo 13

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—California — logro oír que alguien me llama —. ¡California! — repiten en susurros.

Me siento de golpe y miro aturdida todo a mi alrededor, Rebecka está parada entre ambas camas y me mira horrorizada.

—¿Qué? — contesto en voz baja.

—¿Qué ocurrió? California, mira — señala hacia mi cama. Cuando veo a Ares dormido palidezco.

—Mierda... mierda, ¿qué hice? — me cuestiono e intento recordar algo.

—¡Que carajo pasó! Eros amaneció conmigo... — chilla.

—Calma...

Ares se mueve entonces, se da vuelta de forma que queda boca arriba. Becka tiene la mirada fija sobre él igual que yo, creo que ambas deseamos que ninguno de los dos tipos despierte.

—Ven acá — habla el chico abriendo los ojos y jalándome para que vuelva a acostarme con él.

Gesticulo con la boca un "no sé" cuándo Rebecka hace un ademán con las manos.

Ares está abrazándome, y tengo que admitir que es reconfortante sentirlo. Sin embargo aún no puedo creerme lo que hicimos anoche, porque comienzo a recordar algunas cosas.

—Hey, ya es tarde... — comienzo separándome de nuevo.

—Lo sé, ya voy — acepta parándose con pereza. Becka se tapa los ojos al verlo semidesnudo, sin embargo yo me quedo mirándolo un poco.

Después de todo me lo tiré hace unas horas, que más da.

Quiero pararme, sin embargo no tengo ropa puesta y no voy a ponerme nuevamente el vestido.

Veo un movimiento atrás del chico. Cuando me doy cuenta que Eros está levantándose entro en pánico. Tal vez debería salir corriendo y encerrarme en el baño.

Ares se da cuenta de mi expresión, pues se voltea a mirar a la misma dirección. Una vez que nota a su amigo levantándose se apresura a lanzarme su playera para que me la ponga y me cubra.

Tal vez en otras circunstancias la rechazaría, sin embargo ahora mismo no pienso un solo momento antes de ponérmela.

Eros ya está de pie, sin embargo está tallándose los ojos y aún no se percata de dónde está.

Aprovecho la distracción de los tres para ponerme las bragas que acabo de encontrarme entre las sábanas, después de todo una playera no iba a ser suficiente

Eros levanta la vista por fin, al primero que ve es a su amigo y su expresión podría decir que incluso es amigable, sin embargo se crispa al poner la mirada sobre mí.

—¿Qué hiciste? — interroga con voz neutra pero profunda.

—Vámonos, Eros, hablaremos de esto en otro lugar — pide el rubio con voz calmada.

—Sabes que voy a molerte a golpes, ¿cierto?

Carajo, no, no aquí, no ahora por favor.

—Vámonos de aquí, no hagas una escena, en serio — insiste el chico como si leyese mi mente.

—¿Cómo no quieres que haga una escena? — Eros aparece frente a su amigo de un paso, lo empuja del pecho con fuerza y comienzo a pararme de la cama.

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