Capítulo 49

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Las manos de Uriah sostienen mis muslos como si no le pesara, mis piernas están bien afianzadas a su cintura y mi falda más arriba de lo que estaba, pareciendo más un cinturón.

El chico se sienta en la cama, dejándome sobre su regazo y permitiéndome quitarle la playera de encima.

Vuelvo a acercarme a él, y a través del top puedo sentir el calor de su piel desnuda.

Haciéndome desear estarlo también y poder tener contacto con él sin barreras.

Mete las manos debajo de la falda acercándome un poco más, haciéndome sentir deseosa bajo su tacto fuerte.

Me sostengo de sus costados, dejando que mis dedos exploren un poco de su cuerpo, acariciando cada músculo del abdomen y solo incrementando mi deseo por él.

Me suelta para despojarme del top negro que cubre mis pechos, dejándome únicamente con el sostén que decide conservar en su lugar.

Le suelto cuando ha vuelto a tomarme debajo de la falda y me quito rápidamente los zapatos.

Empujo suavemente del pecho a Uriah e inclino el cuerpo hacia enfrente para que comprenda que quiero recostarlo en la cama.

No pone la menor resistencia, y cuando está completamente acostado me acomodo sobre él.

Me siento con cuidado sobre su vientre, consiguiendo sentir la protuberancia bajo sus pantalones, haciendo movimientos suaves con la cadera mientras vuelvo a besar su cuello.

Uriah gruñe y me jala de la cintura, vuelvo a estar frente a él y toma mi nuca para besarme.

Debo admitir que en este punto, a pesar de no llevar demasiado tiempo aquí estoy bastante ansiosa.

El beso termina por un momento, dejo de tener el control y paso a tomar el lugar en la cama.

Uriah está parado, se desabrocha el cinturón y sus jeans acaban en el piso segundos después. Dejando al chico solo con los bóxers puestos.

Regresa conmigo, recostándose de lado junto a mí, acomodándome de diferente forma, y metiendo una de las manos debajo de la falda mientras nos besamos.

No puedo evitar que mis piernas se tensen cuando siento sus dedos colarse por mi ropa interior, pero la tensión no es provocada por incomodes.

Para mi pésima suerte, escucho el timbre de mi teléfono, y aunque no pienso responder, Uriah se detiene para que lo haga.

—¿Contestas? — pregunta.

—No, no estoy para atender llamadas.

—Podría ser importante, Barbie.

Tomo el teléfono y miro la pantalla para decidir si lo es o no.

—No, todo menos eso — digo cuando veo el nombre de Eros en la pantalla.

—¿Eros jodiendo?

—Así es.

—Contesta — pide en voz baja y hago lo que dice.

"—¿Qué? — pregunto en cuanto contesto la llamada y pongo el altavoz.

¿Sabes? Creo que sí quiero que tu madre me mande personalmente a la mierda.

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