Capítulo 8

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—¿Vas a ir? — pregunta Ares en cuanto voy a medio pasillo. Los siete chicos están mirándome mientras me rodean e impiden que llegue a mi habitación.

—No lo sé, apenas voy a preguntarle a Rebecka si quiere venir conmigo — intento responderle al rubio, pero parece que le contesto a los siete.

—Bah, deja a la vaca en su corral — sugiere Hera cruzándose de brazos.

—¿Disculpa? — cuestiono mirándole directamente.

—Que dejes a Rebecka en su habitación — especifica.

¿Como puede ser tan nefasta e insoportable?

—Voy a pedirte el favor de que no hables de ella, mucho menos si no está presente.

—¿Quién dijo que podías pedirme favores? — escupe.

—Lo hago por tu propio bien, después de todo sólo quedas como una cobarde expresándote así de ella cuando no está.

Se hace un silencio absoluto de tan sólo dos segundos, al tercero veo la cara de Hera a escasa distancia de la mía. Un mar de quejas llena el pasillo y me quedo aturdida por un segundo.

Ares se ha plantado entre ambas, Eros me ha quitado de la trayectoria de uno de los puños de la chica.

Zeus la ha tomado entre sus brazos mientras Hermes intenta hablarle para calmarla, y Angus y Hades se quedan a unos cuantos pasos mirando todo casi con gracia.

De un momento a otro reacciono.

Me doy cuenta que Hera aún está forcejeando para venir a golpearme y no pienso dejar que todos crean que soy una cobarde como se lo dije a ella.

Ya que veo que Hades está muy contento riéndose, camino unos pasos con Eros aún sosteniéndome. Le entrego con cautela la caja de cartón y vuelvo a retirarme mientras me mira.

Tiene los ojos y boca bien abiertos y emoción pura.

—Suéltame — pido a Eros.

—¿Qué?

—Que me sueltes, inútil.

El chico parece entender, me suelta y deja que camine los ahora metros que nos separan a ambas.

Cuando Ares me ve abre los ojos de par en par, no sabe si detenerme o dejarme caminar, se voltea a mirar hacia atrás de mí en busca de una señal de su amigo.

—Déjala — oigo decir a Eros, y sin convicción, Ares se hace a un lado y me cede el paso.

¿Quiere golpes? Eso va a tener.

Golpes.

Zeus alza la vista y se queda pasmado por un momento, al otro suelta a Hera y hace que Hermes se quite al instante sin pensarlo un solo momento.

Ella no se inmuta ni un segundo, tan pronto como deja de ser retenida acorta la distancia hacia mí.

Intento pensar tan rápido como mi cerebro me lo permite.

¿Dejo que suelte el primer golpe o me adelanto a hacerlo yo misma?

Quiero poder pensarlo un poco más, pero tengo a Hera casi encima, así que decido golpearla primero... o por lo menos soltar un golpe también.

Casi parece que nos hemos sincronizado, pues nuestros puños chocan con la cara de la otra al mismo tiempo.

No puedo negarlo, tiene una fuerza bruta. Llegaré a mi habitación a descartar la idea de que solo tiene la facha de ruda.

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