Capítulo 54

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Para cuando llegamos al lugar de la fiesta el cielo comienza a oscurecerse.

El lugar al que hemos llegado es una zona residencial privada y todo luce muy tranquilo y elegante.

Las casas son grandes, con fuentes en el jardín, decoraciones de Halloween por todo el lugar y un ambiente pacífico.

En realidad, es como una pequeña ciudad preciosa en la cual cualquiera quisiera vivir.

—¿Dónde es? — pregunta Rebecka mirando a todas partes.

—No tengo idea, sólo estoy intentando seguir las indicaciones que nos dieron — respondo tranquila y sin pensar que nos hemos perdido.

Al final de la calle sobre la que vamos caminando hay una fuente de gran tamaño, con iluminación por dentro y por fuera, de la cual el sonido del agua cayendo me provoca satisfacción y más calma.

Damos vuelta a la derecha para continuar con la calle y entonces veo el lugar.

Aún nos faltan unos cuantos metros, pero no son demasiados como para no poder observar.

La casa a la que vamos está arriba al nivel del piso en el que caminamos, una barda de piedra se eleva de la calle por la vereda, y una reja negra deja a la vista el lugar.

—Bien, llegamos — informo y me apresuro a llegar.

La reja de la entrada está abierta de par en par y un túnel hecho con telarañas es la forma de entrar.

Hay velas artificiales en el piso recorriendo el túnel, y una vez dentro puedo observar las arañas y murciélagos falsos colgando.

Puedo sentir que Rebecka se pone un poco tensa mientras entramos, pero no pregunto nada sobre ello e intento darle confianza enganchándome de su brazo.

Cuando el túnel termina puedo ver el jardín dividido por el sendero de piedra sobre el que andamos.

Todas las luces de la casa están prendidas, y las del interior son de colores morados, azules, rojos y verdes.

En el techo hay lo que parece un diablo, que se asoma desde la parte trasera y solo deja ver su rostro

Hay demasiadas personas, por lo que nadie nota que hemos llegado y consigo que Becka aplaque sus nervios.

Andamos más lentamente, mirando el entorno, y posiblemente en busca de algún conocido.

Mientras avanzamos veo a alguien salir de la casa, y aunque quisiera poder reírme de élse ve tan bien que solo puedo admirarlo.

Eros viene con sus botas negras, jeans negros rasgados y no trae camisa, por lo que sus tatuajes son lo que combina con su ropa. Sobre el pecho tiene algo atravesado, me tardo un segundo en ver las flechas asomadas por detrás de unos de sus hombros y luego las alas blancas.

No me sorprende que Eros se haya disfrazado de cupido.

El siguiente al que veo es a Ares, que sale tras su amigo.

Igual a él no trae playera puesta, y su ropa inferior es prácticamente la misma.

Él no tiene tatuajes, pero sobre su piel hay heridas falsas que se miran muy reales.

Una espada cuelga de un cinturón de su cadera y trae puesto un casco espartano.

Ares siendo el implacable dios de la guerra.

Me acerco a ellos y noto que Rebecka quiere librarse de ser vista.

—Es el único día del año en el que no necesitan ocultar lo que son — hablo en cuanto les tengo enfrente

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