—A mí también me resulta extraño — concuerdo subiendo las escaleras junto a Rebecka —, no tener pegado a Eros desde hace tantas horas me parece imposible... tal vez le haya pasado algo — sugiero pensando en las cosas que habrían podido pasarle precisamente a él.
—Si no fuera Eros de quién hablamos no dudaría en alguna tragedia, pero tratándose de él no lo creo.
—Entonces no me lo explico.
Damos la vuelta y continuamos subiendo las escaleras que ahora más que nunca me parecen eternas.
—Joder, ¿quieres darte prisa? No tengo todo tu maldito tiempo — una voz suena por encima del resto de cosas. Podrían equivocarme, pero creo que la voz es de quien hablábamos.
—Realmente... realmente me trajiste aquí para comer.
—Mueve el maldito culo, en un rato salimos por otra cosa.
—¿Es Eros? — pregunta Becka deteniéndose a media escalera.
—Parece.
—Diablos, eres un imbécil — se queja.
—Entonces sí es él — comprueba Becka.
Subimos un poco más y nos asomamos discretas.
—Esto es el puto colmo, Eros.
En el pasillo veo al chico, viene vestido de negro y está frente a la máquina de dulces junto con otra chica de cabello un poco claro. Nunca antes la había visto, incluso se ve bastante chica para estar aquí.
—Muévete ya — se queja el chico y ambos van rápido hacia las escaleras para subir el piso que falta.
—¿Quién carajos es ella? — pregunta Becka.
—No tengo idea. Pero iremos a investigarlo.
Subimos las escaleras corriendo para alcanzar al dios. Sin embargo apenas logro ver como entra a su habitación junto con la chica.
—¿Se la va a dar? — pregunta Becka casi con temor.
—No lo sé... — contesto dudosa —. Vamos.
Caminamos a paso rápido atravesando el pasillo, llegamos hasta la habitación del chico y literalmente pegamos la oreja a la puerta para oír.
—A mí ni me mires, yo no la traje aquí — escucho otra voz.
—Mira, imbécil, mis padres salieron de casa, me dejaron sola y preferí venir aquí — dice ella.
—Carajo, tienes la maldita casa sola, cualquiera habría hecho una puta fiesta, no venido a una maldita universidad.
—Pues me tienen aquí, y no pienso irme.
—¿Por qué no te llevaron con ellos?
—Mi padre fue a un congreso, y mi madre se fue con él. No quise ir, sabes que odio sus congresos.
—Y decidiste venir aquí.
—Ya está aquí, que puedes hacer — dice el otro chico.
—Regresarla a su casa.
—No pienso irme, cupido, eso tenlo en mente desde ahora.
—No te vaya a salir Freddy Kruger del armario.
—Y tú feliz de que eso pase.
—No me interesa en realidad.
—A ti nada te interesa, Eros.
—¿Y eso a ti qué te importa?
—Eres fastidioso.
—¿Saben qué? — pregunta el otro —. Me largo.
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Olympus
RomanceCalifornia Kendrick pisa por primera vez las tierras de la que será su nueva universidad y hogar: el Instituto Umbra. El colegio más prestigioso y elitista de la ciudad de Nueva York. Donde todo está sumergido en las sombras del Olimpo que es gobe...