Capítulo 44

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Las cosas no se calman, más bien, empeoran.

Eliot es muy paciente y tolerante, pero Eros es especialista en acabar con esas dos facultades de cualquier persona.

Por más que intento dar por terminado el asunto, el dios insiste en hablar.

Eliot al fin le suelta un golpe y me quedo sin aliento.

Eros tiene el labio partido y su sangre ya se está escurriendo por su barbilla.

—Vuelve a decir algo de California y voy a partirte más que el labio — sentencia Eliot guardando distancia.

—¿Eres tan capaz de meterte en problemas conmigo solo por ella?

—Contigo y con todos tus amigos si es necesario.

—Abre los ojos, niño, ¿de verdad crees que te toma en serio? Tú solamente eres uno más en su juego, debes ser muy tonto como para creer que te toma en serio. ¿Al menos ya se acostó contigo? ¿O tú solo eres con quien se distrae? Porque con Ares y yo no pierde oportunidad — suelta con todo el veneno que posee.

—¿Por lo menos lograron hacerlo sin alcohol y pasaron la noche entera con ella? — pregunta Eliot sin dejarse vencer por sus palabras —. Porque al menos conmigo sucedió de esa forma. Ya sabes, nada premeditado.

Eros se le echa encima y Eliot solamente ríe descarado.

—Deberías de controlar tus impulsos, por lo menos aprende a fingir que las cosas no te importan tanto — le ataca al dios con simples palabras, y aunque ha sido un buen golpe, me hace pensar un momento.

Si Eros fue capaz de inventarse una pelea con Ares, qué le detendría a inventarse una con Eliot, hacerla ver real no se le dificultaría, y podría ser planeado y engañarnos a ambos.

—¡Ya basta! ¿Qué crees que estás haciendo? — intervengo bastante frustrada.

—¿Tú que crees que estás haciendo? — me ataca acercándose ahora a mí —. ¿Cómo tienes el descaro de jugar tantas partidas al mismo tiempo?

—No te equivoques, Eros, no estoy jugando varias partidas, estoy peleando una sola guerra, lo demás es diferente.

—Deja de ser idiota y abre los ojos — se dirige a Eliot —. Solo van a romperte el corazón.

—Sé que lo dices por experiencia, pero no me interesa lo que salga de tu boca — responde él.

Eros lo mira un momento más hasta dar la vuelta e irse a encerrar a su habitación.

—Siento que hayas tenido que pasar por esto — me disculpo con el chico.

—No tienes porqué pedir disculpas por él, así que descuida.

—¿Te hizo daño? — pregunto preocupada de que haya sufrido algo por la bestia de Eros.

—Estoy bien, no ha pasado nada.

—¿Estabas buscándome?

—Sí, vine temprano, pero recién te habías ido.

—Ahora siento que debí volver antes.

—No te preocupes por la pelea, no es culpa tuya.

—Lo sé, es solo que ese idiota siempre consigue ponerme mal.

Abro la puerta y paso detrás de Rebecka. Cuando alzo la vista, me detengo por culpa de ojos verdes y cabello rubio.

Siento que Eliot choca suavemente con mi espalda y me obligo a seguir aunque no sé porqué está aquí.

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