—Es hora, California, arriba — llama mi madre desde la entrada de la habitación.
Abro los ojos y me quedo inmóvil en la cama.
Llevo días sin poder dormir. Durmiendo de a ratos, despertando en la madrugada por las pesadillas repetitivas que incluso despierta aparecen en mi mente.
No quiero pararme de la cama.
No tengo sueño, pero estoy exhausta.
—Arriba, es hora de levantarse — mi madre vuelve a llamarme, pero ni siquiera le presto atención.
Suspiro y me levanto de la cama. Voy al ropero a buscar ropa y me pongo lo más casual posible.
Pantalones deportivos holgados color gris.
Me quito la playera y me pongo una sudadera del mismo color sin ponerme un sostén.
Me peino el cabello con los dedos y lo amarro con una liga que tenía en la muñeca.
Me pongo tenis blancos y voy al baño a lavarme la cara.
Luzco demacrada, con ojeras gigantes, color pálido y mirada cansada.
Me lavo los dientes y vuelvo a salir.
—Es... — mi madre no acaba la frase, pues me ha encontrado vestida cuando seguro me imaginaba en la cama —. Ya estás arriba.
No respondo, sólo me aseguro de llevar el móvil, me pongo los audífonos y salgo de la habitación.
—¿Cariño, te sientes bien?
No contesto, esperaría que ni siquiera necesitase que se lo dijera para saberlo.
—Están esperándote abajo — informa mi padre con voz un poco baja, pues sabe lo que ha ocurrido y no quiere atosigarme con preguntas.
—¿Qué?
—Alguien vino por ti — explica sonriéndome.
La simple idea de imaginarme a Eros o incluso a Ares abajo me provoca náuseas.
—¿Quién es? — investigo deteniéndome.
—Es un chico... Eliot.
Me relajo y casi consigo sentir alivio.
—Está bien... me voy.
Paso entre ambos y voy hacia las escaleras. Veo que en el comedor el desayuno está listo, pero paso de largo hasta el ascensor.
No sé qué tan lista estoy para volver a Umbra. El día del accidente conseguí regresar, pero me sentía tan trastornada que Rebecka tuvo que llamar a mi padre para que fuera a sacarme de ahí.
Desde ese día no he vuelto, sólo han pasado cinco días, tal vez no sean demasiados, pero no son suficientes para mí.
Salgo al Vestíbulo del edificio y continúo hasta la salida, donde debajo de la acera veo al chico esperando.
Cuando alza la vista sus ojos brillan, tanto como si luciera hermosa y no estuviera echa una mierda.
—Hola — saluda abrazándome fuertemente, y es el primer abrazo que correspondo, y que al pasar de los segundos me hace sentir rota de nuevo.
Aunque intento contener las lágrimas mis ojos no hacen caso.
—Tranquila — susurra sin soltarme, como si pudiese adivinar que he comenzado a llorar aunque no he emitido ningún sonido —. Todo va a estar bien, no pasa nada.
—Nada está bien — niego.
—Solo es un mal momento — dice separándose de mí y tomando mi rostro para verme —. Entiendo que te duele, pero vas a salir de esta, sólo date un poco de tiempo.
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Olympus
RomanceCalifornia Kendrick pisa por primera vez las tierras de la que será su nueva universidad y hogar: el Instituto Umbra. El colegio más prestigioso y elitista de la ciudad de Nueva York. Donde todo está sumergido en las sombras del Olimpo que es gobe...