Capítulo 57

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Luego de la fiesta de Halloween, y tras no poder sacar de mi mente los hechos de esa noche, he evitado a toda costa a Ares y Eros.

Me los he topado un par de veces en clases, pues ahora son mínimas las que no compartimos por las bajas temporales de parte de los profesores.

Ya pasaron cinco días de aquella noche, y aunque la mayoría de rastros de ella han quedado atrás, aún no me siento lista para hablarles.

Mis reflejos hacen que intercepte un fotografía justo antes de que se estrelle contra el piso.

—¡California! — nombra mi padre sorprendido del movimiento tan ágil —. Me salvaste la vida, si ese cuadro se rompe tu madre me asesina.

Meto la fotografía a la caja que lleva en las manos y me aseguro de cerrarla para que nada vuelva a salirse.

—Bajaré las cosas que ya sacamos de aquí — informa antes de salir —. Vuelvo en un momento.

—No te preocupes, sobra una caja para terminar, me encargaré.

—Bien, ya vuelvo.

Empujo la caja con el pie hasta el escritorio, abro uno de los cajones y saco un bloque de papeles que hay dentro.

Repito la acción con el cajón contrario y me siento en la silla para acomodar un poco todo antes de guardarlo.

Tomo una parte del primer bloque y en el camino a la caja algo resbala.

Guardo lo que llevo en las manos y recojo dos sobres que cayeron.

Estoy a punto de soltarlos dentro del cartón cuando logro leer el nombre de Umbra.

Acerco ambos sobres y los leo por fuera.

Son iguales.

En realidad, son colegiaturas de mi instituto.

En los dos aparece escrito el nombre de mi padre, dirección, pero, la fecha de envío es la misma.

Mismo mes, mismo día, mismo año.

Dos colegiaturas diferentes del mismo mes.

Saco la hoja dentro del sobre que está abierto, la desdoblo y leo rápidamente todo, aquí aparece mi nombre.

Estoy a punto de abrir la siguiente, pero no lo consigo.

—¿Todo bien? — mi padre ha vuelto.

—¿Por qué tienen dos colegiaturas diferentes? — pregunto con manos ligeramente temblorosas.

—¿Diferentes? — cuestiona confundido y se acerca.

—Es la colegiatura del mismo mes, pero de dos personas...

Mi padre toma ambos sobres y los mira.

—No, cariño — niega riéndose tranquilamente —. Tu colegiatura se tardó más tiempo en llegar, así que dejé pasar tres días y le pedí a una de las secretarias que llamase a Umbra para pedir un reenvío de ella. Pero terminaron llegando juntas — explica —. Puedes abrir la otra si quieres. No la abrí porque no era necesario hacerlo con las dos. Solo necesitaba una.

—No, lo siento — rechazo la carta cerrada —. He estado un poco paranoica los últimos días... — confieso —. Perdón, no debí pensar mal.

—No pasa nada, fue un malentendido.

Continúo metiendo los papeles faltantes a la caja y vuelvo a relajarme.

No se lo he dicho a nadie, pero por alguna razón muy extraña, desde que tomé la anfetamina que Hera me dio me he comenzado a sentir un poco extraña y nerviosa sin razón.

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