Capítulo 24

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—Guarda esto en tu bolsa — pide Eros pasándome la bolsa de papel con el par de hamburguesas dentro.

—¿Ya planeas decirme a dónde vamos?

—No — niega arrancando de nuevo para salir del autoservicio.

—Esto me parece un poco peligroso, son las diez veinte y aún no llegamos "al lugar"...

—Te aseguro que es de las cosas menos peligrosas que hemos hecho... aunque si nos cachan seguro nos meteremos en un problema.

—No puede ser — musito.

—Dudo que pase algo.

—Siempre hay una primera vez, y odiaría que fuera esta.

—Calma, no pasará nada.

—Más te vale, que si me meto en problemas seguro que termino en un internado de Canadá o algún país lejano de aquí.

—Lo juro, si hacemos las cosas bien todo saldrá de acuerdo al plan.

—Amaría oír el plan primero.

—Pronto.

Eros entra a otro aparcamiento, miro todas las tiendas que en su mayoría están cerradas a excepción del supermercado y una vinatería.

—¿Qué hacemos aquí? — pregunto cuando se mete a uno de los cajones y apaga el motor.

—Baja — pide mientras se desabrocha el cinturón y abre la puerta.

—Ni creas que voy a asaltar la vinatería — advierto.

—No es ahí a donde vamos, ahora baja.

Definitivamente no tengo la menor idea de lo que hago aquí, pero termino siguiéndolo como es mi costumbre.

—¿Y ahora? — pregunto llegando a él.

—Aguarda un momento, ya casi llegamos — pide entrelazando nuestros brazos y yendo directo al supermercado.

—Si tienes la estúpida idea de asaltar la tienda me retracto ahora.

—¿Para qué haría eso?

—No lo sé, pero te creo capaz de pensar hacerlo.

—Nada de eso, no asaltaremos ningún lugar.

Seguimos caminando hasta entrar al supermercado, el chico toma una canastilla y comenzamos a caminar sin rumbo, dejo que me guíe hacia adentro y voy mirando todo.

—¿Hoy te acompañé a hacer las compras? — pregunto.

—No, aunque así parece.

—Cierran la tienda dentro de veinte minutos.

—Lo sé.

Eros mete a la canastilla cuántas cosas se cruzan en su camino, aunque realmente todo es algo comestible.

Galletas, papas fritas, dulces.

Me quedo en silencio y lo sigo sin hacer más preguntas para no lucir para nada sospechosa.

Algunas luces ya están apagadas y yo sólo me tenso imaginándome lo terrible que sería quedarnos aquí adentro encerrados.

Aunque eso igualmente es imposible, no es como si dejaran de cobrar y todo el personal se fuera al instante.

Oigo como otra fila de luces se apaga, miro hacia arriba y noto que ya estamos en la parte de sombras del supermercado.

—Ven — susurra tomándome de un brazo y haciendo que camine hacia una dirección diferente.

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