Capítulo 31

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—Estamos en medio de la nada, ¿que tan segura estás de que vamos en dirección correcta? — pregunta Ashton manejando por la solitaria carretera.

—Completamente, vamos bien — aseguro sin la menor duda.

—¿Quién viviría aquí? En medio de la nada.

—No viven aquí, y precisamente estar en medio de la nada es lo que les ayuda a hacer estas cosas sin peligro.

—Pero si dices que es una casa, y según tu amiga, era casa de su abuela, ella debió vivir ahí, así que, ¿por qué viviría aquí?

—Porque hay gente que gusta de estar completamente solo y no le teme a una casa sin más casas a kilómetros a la redonda.

—Este lugar se ve tan desierto, que incluso me parece extraño que haya una carretera pavimentada.

—Así parece, pero bueno, por algo existe.

—Sigo pensando que vamos en la dirección incorrecta.

Ruedo los ojos ante tal insistencia, pues esta vez estoy segura de que vamos bien y ni siquiera hay posibilidades de equivocarse, a menos que puedan mover la casa de lugar como si un auto se tratase.

Oigo el motor de un carro aparte del nuestro, unos segundos después, alguien nos rebasa por la izquierda y se sigue de largo.

El Mustang rojo de Ares se abre paso por la carretera y nos saca ventaja de metros en segundos.

—Vamos bien — hablo nuevamente —, ahí va uno de ellos.

Mis nervios se hacen presentes al notar que ya estoy cerca de mi futuro incierto.

Para esto no tengo planes en realidad, el único es no morir ni ser descubierta, pero en sí, no hay nada más que eso.

No sé a qué me enfrento, no tengo la menor idea de lo que voy a encontrarme, y aunque no quiero admitirlo, eso me causa un poco de miedo.

—¿Es ahí? — pregunta señalando la única casa que apenas aparece en el panorama.

—Sí, justo ahí.

El lugar se ve claramente en la noche. Las luces de la casa están prendidas y hay más iluminación afuera.

Muchos autos están estacionados sobre el campo y veo algo de gente afuera.

—Aparca el auto lejos de la casa — le pido a mi primo cuando estamos a poco de llegar.

—De acuerdo — el chico baja la velocidad y sale de la carretera tras avanzar un par de metros más.

Me obligo a controlar mis nervios para lucir lo más natural posible, lo que menos necesito es que alguien descubra mi mentira.

—¿Lista?

—Sí — acepto y abro la puerta para bajar.

El ambiente es frío, y mis nervios me hacen comenzar a temblar ligeramente.

Creo que saber que han recobrado el control de todo me hace sentir vulnerable, pues ya no puedo jugar mis cartas como lo había estado haciendo en este tiempo.

Tomo a mi primo del brazo y nos vamos caminando hacia la casa en silencio.

Observo y analizo cuanto puedo.

Aunque veo a varias personas fuera, la casa se ve bastante llena. El cobertizo tiene la puerta abierta y hay poca luz adentro, sin embargo no veo que haya gente adentro.

Y lo más importante: no veo a ninguno de los dioses cerca.

Cuando estamos a poco de llegar a la casa, veo a Artemis parada en la entrada.

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