Una semana después de nuestro percance, tengo a mi madre en mi habitación de nuevo. Esta vez ha llamado por teléfono un día antes para informarme de su visita de hoy, por lo que sé que pensó las cosas bien con mi advertencia de la semana pasada.
Y aunque he llamado a papá como prometí, llegamos al acuerdo de darle una segunda oportunidad a mi madre antes de que él interfiera.
—No quiero que te metas en problemas — insiste inquisidora, y no sé cómo explicarle los hechos tan cambiantes de la situación.
—Escucha, mamá, no estoy en problemas...
—Lo investigué, California — me interrumpe —. ¡Tiene antecedentes criminales!
Respiro profundo en un intento de relajarme y no iniciar una nueva discusión.
—¿De quién hablas? — inquiero sin saber de verdad de quién hablamos.
—De Eros, California, de él hablamos.
—¿Cómo supiste su nombre? — cuestiono tensándome por la información que sé ha conseguido.
—¿Importa?
—Si quieres recibir las mismas respuestas por mi parte, supongo que no.
—Le pregunté a alguien si sabía el nombre del chico que estaba contigo — explica sin importancia.
—No puedo creerlo — musito exasperada del entrometimiento de mi madre.
—Pues créelo.
Claro que lo hago, sé lo capaz que es para hacer literalmente cualquier cosa.
—Él estuvo acusado de algo — acepto volviendo al tema que no dejará atrás —. Pero fue inculpado, se comprobó que no hizo nada.
—¡No hizo nada!
—¡Madre, sólo déjame hablar! — no quiero explotar, pero no soporto más las interrupciones de mamá.
—¿Qué me vas a explicar? ¿Que tu novio es un criminal?
—Eros no es mi novio — aclaro primordial.
—¿Entonces qué es? — cuestiona cruzándose de brazos y mirándome con el ceño fruncido esperando una respuesta.
Qué es... es un... ¿amigo?
Ni siquiera sé qué título ponerle a mi relación con Eros, pues para ser solo amigos hacemos cosas más íntimas. Y de pareja no tenemos nada.
—¿Y bien? — insiste para que responda.
—Eros no es mi novio, sólo somos amigos — lo sé, suena estúpido.
—Amigos — repite irónica —. ¿De esos amigos que tienen sexo?
—No he tenido sexo con Eros, mamá.
—Pues eso no parecía el día que los encontré aquí metidos.
Vaya cosa, jamás olvidará aquel día ni dejará que yo lo haga.
—No estábamos teniendo sexo, así que por favor no inventes cosas — nos defiendo.
—¡A mí no me interesa! No te quiero con ese tipo, es todo.
—¿Disculpa? ¿De cuándo acá te sientes con el derecho de decirme con quien puedo y con quien no juntarme? Tengo veintiún años, mamá, no estoy para tus malditas ordenes.
—Soy tu madre y vas a hacer lo que yo te diga.
—¿Por qué?
Al parecer no hemos podido entablar una conversación tranquilas como se suponía que debía ser.
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Olympus
RomanceCalifornia Kendrick pisa por primera vez las tierras de la que será su nueva universidad y hogar: el Instituto Umbra. El colegio más prestigioso y elitista de la ciudad de Nueva York. Donde todo está sumergido en las sombras del Olimpo que es gobe...