Capítulo 61

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Por más que quiero concentrarme en clase no lo consigo.

Miro fijamente el pizarrón, escucho con atención a la profesora, pero mi atención se desvía a los pocos segundos.

Siento que el móvil vibra, y dado que de igual forma no puedo prestarle la atención debida a la clase, decido leer el mensaje.

Cuando leo el nombre de desconocido mi corazón se acelera un poco.

Abro el mensaje y leo sin levantar el móvil de mis piernas.

"—¿Me recuerdas? — no sé qué responder, ni siquiera lo he hecho desde los últimos mensajes que había recibido —. ¿Aún quieres saber quién soy?".

Vuelvo a apagar la pantalla y hago a un lado el mensaje, no puedo permitir ser manipulada ni nada por el estilo.

"—Te veré en la reserva tres en diez minutos, si ya no quieres saber quién soy puedes no ir".

Mi corazón se acelera mucho más con el mensaje.

Claro que quiero saber de quién se trata, necesito saberlo.

Me doy unos segundos para pensar, pero termino parándome rápidamente para salir del salón.

La reserva ecológica en la que me ha citado no está muy lejos de aquí, aunque puede que llegue justo a tiempo.

Salgo del edificio y camino más rápido cuando voy por la acera.

Tal vez debí venir acompañada por alguien, pero nadie más sabe de esto, y no sería justo de mi parte involucrar a una persona que no tiene nada que ver.

Deseo conocer la identidad de esa persona, necesito verle la cara al fin, y tal vez, si lo amerita, rompérsela también.

Tomo un atajo para cortar camino y llegar más rápido, pues la intriga me come por dentro.

Si aún tenía una pequeña sospecha de Eros siendo el desconocido, ahora está totalmente descartada, pues he dejado a ese idiota tomando clase.

Ares... ¿podría ser él?

Se me hace un poco imposible, pero, tal vez pudiese ser él. Sé que el primer mensaje que recibí del desconocido fue mientras estaba en su auto, pero quizá el teléfono estaba en manos de Hades por un plan para que no sospechara de Ares.

¿Podría?

Tal vez sólo estoy enloqueciendo mientras me acerco al lugar donde veré la identidad real.

Pero mientras voy de camino mi cerebro necesita distraerse en ello.

Llego a donde hemos quedado.

La reserva, al igual que las demás, está cercada por una maya azul para que nadie pueda pasar.

Observo todo a mi alrededor y busco a alguien cerca, pero me encuentro sola.

Tal vez llegué antes, creo que caminé más rápido de lo que pensé.

Camino alrededor del lugar para hacer tiempo y en busca de alguien cercano que no haya visto, pero sigo sola.

Miro el reloj rápidamente, y compruebo que los diez minutos ya han transcurrido.

Bueno, debo relajarme, quizá fui muy puntual y el desconocido ni siquiera esperaba que llegara. O puede que haya creído que demoraría más tiempo en decidirme venir.

O quizá sólo haya sido una estúpida broma y jamás se presente.

Mientras pienso en las posibilidades y miro las plantas al otro lado de la cerca, alguien me toma por sorpresa.

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