Capítulo 15

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Tras poco más de un minuto ambos siguen en pie, se dan un empujón y vuelven a separarse, caminan en círculos sin quitar la mirada del otro y continúan sin lanzarse por un buen rato.

Esta vez el tal Eliot es el primero en atacar, Ares lo recibe con agilidad y acabo perpleja al ver que alza a su contrincante unos centímetros del piso.

Transcurre otro minuto hasta que el rubio logra derribarlo, sin embargo Eliot da un golpe de suerte y hace que el primero caiga también.

—No espero que duren tanto tiempo — comienza el entrenador —. Pero sí que sean buenos contrincantes. Ahora quiero a todos en parejas, a nuevos con los luchadores.

Los chicos a mi alrededor se remueven de lugar, literalmente los que pertenecen a mucha eligen a su víctima, y estos no tienen que hacer más que aceptar.

—Tenemos a una chica — informa el profesor alzando un poco la voz —. Necesito a alguien que no vaya a matarla en su primer día.

—Yo lo haré — se ofrecen al mismo tiempo los dos que acaban de luchar.

—Solo uno — determina el entrenador.

—Será a la próxima — se disculpa Ares con el castaño dándole una palmada en el hombro. Genial, esto no podía ser peor —. Allá hay espacio — señala hacia otro lado con la barbilla y me empuja suavemente con la mano.

Dejo que me guíe hasta llegar al lugar más lejano posible, estamos aislados de las demás parejas y eso me pone un poco nerviosa.

Busco a Becka con la mirada y veo que está con la cara escondida entre las manos, seguramente sabe que estoy técnicamente en problemas.

—Esperaba verte de porrista — comenta Ares parándose con las piernas abiertas.

—Sí... tal vez vaya mañana — admito quitándole importancia.

—Me impresiona muchísimo verte justo aquí, aunque no me sorprende del todo, sé bien que eres bastante ruda.

—Un poco — acepto alejándome tanto como puedo, sin embargo sé que acortará los pasos entre ambos de un un solo movimiento.

—Haré las cosas fáciles — decide acercándoseme con pasos lentos  que consiguen alterar mis nervios —. Hazlo.

—¿El qué? — inquiero tragando saliva y noto que ha dejado espacio entre ambos.

—Atácame — enfatiza abriendo ligeramente los brazos para que me lance a él.

Encorvo ligeramente la espalda y me preparo para hacerlo, no pienso resistir arriba por mucho, sin importar cuanto me ayude sé que seré incapaz de lograr algo.

Me lanzo y al instante soy rodeada por los musculosos y varoniles brazos. Intenta meterme el pie en repetidas ocasiones, sin embargo consigo evitar que lo logre por algunos segundos.

Con un poco más de fuerza termino en el piso, Ares permanece sobre mí y no puedo evitar los recuerdos de nuestra noche juntos.

—Bien — dice levantándose y dejándome tendida en el suelo —. Me gusta, lo haces bien, tienes resistencia y bastante fuerza. Sólo debes enfocarte en las piernas sin descuidar los brazos, alguien que te doble el peso jamás caerá sin que ataques sus piernas.

—No me doblas el peso — aseguro.

—Estoy seguro de que a lo mucho me faltan diez kilos para hacerlo.

—¿Acaso crees que peso cuarenta kilos? — inquiero con muchas ganas de reír.

—¿Tú crees que yo peso ochenta? — contradice casi ofendido y con gracia.

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