Capítulo 40

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Entramos rápidamente hacia la parte vip del club.

Ares no me suelta y camina pegado a mí hasta que logramos pasar la entrada y las cosas se relajan de nuevo.

Los demás ya están reunidos en la barra, y en cuanto Eros nos mira su expresión cambia y me preparo para detenerlo.

—Basta — pido interponiéndome entre ambos chicos y reteniendo tanto como puedo al castaño.

—Eres un maldito — acusa sin hacerme a un lado.

—Vamos, cupido, el amor es una guerra y sabemos muy bien de esas dos cosas — responde Ares muy tranquilo e imagino que está sonriendo.

—Vete a la mierda.

—Ya cálmate, Eros — pide riéndose y el castaño termina rodeando una de mis muñecas y me mueve de donde estamos, llevándonos hacia donde están bailando.

Me cuesta un segundo guardar el equilibrio y moverme hacia donde el chico intenta llevarme.

—Hey, que te pasa — bramo intentando soltarme, pero jala más mi brazo y me pega a su cuerpo para encararme.

—Qué intentas hacer — ladra lo suficientemente cerca de mí como para besarme, pero el mismo movimiento me obliga a retroceder ya que esa no es su intención.

—¿De qué hablas, Eros? — interrogo bastante tranquila para la agresividad con la que está actuando.

—Sabes de lo que hablo, California, ¿qué supones que estás haciendo?

—No entiendo nada de lo que dices — confieso.

—¿Qué clase de jueguito te traes conmigo?

—¿Contigo? — cuestiono irónica y riéndome.

—Conmigo y con Ares — especifica y las cosas cambian.

—De verdad, Eros, no puedo comprender lo que dices, no me traigo ningún juego en su contra, no entiendo a qué viene eso...

—¿Por qué carajo te fuiste a tirar con él? — reclama como si estuviera en la posición de hacerlo.

—Tranquilo, cupido — ordeno un tanto más seria —. Si yo voy y me cojo a todos tus amigos, no es problema tuyo.

Eros vuelve a tirar de mi muñeca y termina con el poco espacio que había vuelto a existir entre ambos. Su agarre comienza a lastimarme y siento que esta siendo más agresivo de lo que pienso soportar.

—Suéltame — ordeno en un intento de liberarme, pero sólo consigo que me sostenga con más fuerza —. Te lo advierto, Eros, suéltame ya.

—Estás jugando con fuego, muñequita — susurra muy cerca de mi rostro —. Y te prometo que vas a quemarte.

—No intentes amenazarme, niño, soy más peligrosa de lo que puedes imaginar.

—Lo tengo en mente todo el tiempo.

Doy un jalón a mi brazo y no pone mas resistencia, me deja liberarme aunque no dejamos de mirarnos.

En un movimiento rápido, el chico se va contra mí, consiguiendo asustarme un fugaz momento hasta que sus labios me demuestran que no iba a golpearme y solo ha decidido besarme.

Tardo un segundo en retroceder ligeramente, pero el chico no está dispuesto a ser rechazado, por lo que no me deja en libertad.

Una de sus manos se va hacia mi nuca para sostenerme, y me besa con rudeza.

Mis manos se van a su pecho e intento empujarle, pero tiene más fuerza que yo, y aunque consigo separarle un poco, no tarda un solo segundo en eliminar el poco espacio creado.

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