El pequeño Jeffrey

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Jaemin

Estaba aburridísimo en clases, en serio, hay un montón que me encantan pero la de filosofía realmente no se me da, así que estoy con medio cuerpo en otra dimensión.

Hyuck encima no se apareció, es costumbre que llegue tarde pero faltó a los dos primeros periodos, y ni siquiera nos atendió el móvil a mí o a Chenle. Lo único que nos resultaba sospechosamente tranquilizante era el hecho de que Mark también había faltado a esas clases.

Mientras el profesor revisaba unos informes de la semana pasada al menos se armó desorden, y logré ir a distraerme un rato con Renjun, al menos así se nos pasaba el tiempo rápido, y de paso nos las dábamos de chismosos un rato con lo de Mark y Hyuck.

Ahora, estoy seguro de que se están preguntando: bueno ¿y qué pasó con lo de Jeno? o tal vez no, pero les voy a contar de todas formas.

La tarde anterior nos la habíamos pasado intentando sacar el muñeco de cerdo rosa de la máquina de la garra nueva del arcade, y nos tardó más de lo que nos hubiese gustado.

Como llegué primero partí yo, naturalmente estaba aún llena de peluches y no sería difícil sacar algo, ¿verdad?

Pues no.

Empezamos a turnarnos Jeno y yo por conseguirlo, porque a medio camino en nuestro afán por conseguir el bendito cerdo se había vuelto una competencia, una muy cara.

—En serio agarra los muñecos, no es imposible. —solté luego de ver caer una vez más el cerdito.

—Lo agarraste por la cabeza, por eso no te sale. —Jeno me dio un empujoncito apoderándose de la máquina.

Con toda la fe del universo y los ojos de gatito más grandes y atentos que nunca vio el peluche de vuelta a su confinamiento de poliéster.

—¡Ah vamos! Que no puede ser tan difícil. —volví a quitarlo de mi camino.

Así nos la pasamos un buen rato. Cuarenta y siete dólares (entre los dos) más tarde, nos dimos cuenta de que era demasiado y que era hora de parar.

—Ya se me fue la mesada. —chasqueé la lengua.

—Supongo que comeremos de lo que dan en la cafetería el resto del mes.

—Prefiero morir de hambre.

—¿Ya ganaron? —dijo Chenle, llegando con Renjun, firmemente agarrado de su brazo.

Sospechoso. Nota mental: Interrogar a Chenle.

—No. —mostró Jeno sus manos vacías.

—¿Nada de nada?

—Nada de nada. —solté.

—Ah vamos, no puede ser tan difícil.

Chenle se soltó del brazo de Jun y se acercó a la máquina, sacando su billetera de lentejuelas moradas de su mochila.

Metió la moneda, la máquina accionó la garra. La cuenta regresiva de los quince segundos para acomodarla había empezado, con el mismo ruidito infernal que Jeno y yo habíamos tenido que soportar por cuarenta y siete dólares; al principio era solo molesta, ahora ya no pienso volver ni una vez a esta estúpida máquina estafadora.

Movió la palanca con decisión, sin escuchar ninguno de nuestros consejos (míos y de Jeno) y asomándose por los lados de la máquina para asegurarse de que estuviera en su lugar.

Siete segundos más tarde presionó el botón que dejaba caer la garra, atrapó el cerdito rosa y cayó a la caja de premios.

Ni Jeno ni yo nos podíamos las mandíbulas.

Amor A Primera... ¡¿Broma?! •♡ Markhyuck ♡• NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora