Dejó que la consolara aceptando su abrazo. Era extraño, pero ese hombre tenía el don de desesperarla y calmarla al mismo tiempo. Sintió cómo le acariciaba el cabello y la mecía con un movimiento leve de su cuerpo, como tratando de hacer que dejara de llorar.
— ¿Estás mejor? —Preguntó besándole la frente—.
No le contestó, solo se limitó a mover la cabeza dando una respuesta afirmativa a la pregunta que le había hecho Dominic. La tomó de la mano y la sentó en su silla. Tenía las mejillas húmedas por las lágrimas y los ojos algo irritados.
—Pequeña —se agachó hasta quedar a su altura y sacó un pañuelo para secar su rostro—, no quiero verte llorar, y menos por mí.
—Lo siento, señor, no volverá a pasar.
—Aileen, ¿qué sientes por mí? —La cuestionó esperando una respuesta—.
— ¿Importa?
—Sí, importa, y mucho. Ahora dime, ¿qué sientes por mí?
—Es mejor que me vaya —dijo tratando de evitar la pregunta—.
— ¿Quieres huir?
—No estoy huyendo, señor. Es usted quien ha dicho que no me conviene —le recordó—.
—Necesito oírlo, Aileen, y deja de llamarme señor, tengo nombre.
—Sé que tiene nombre, señor Dominic, pero como lo dijo una vez, yo solo soy su empleada, no soy su amiga, no soy nada, así que no veo razón alguna para tutearlo.
—Maldición, Aileen —exclamó perdiendo la paciencia—, deja de evadir la pregunta, dilo, quiero oírtelo decir —Se quedó en silencio y eso lo desesperaba más. Quería que se lo dijera, quería escucharla decir un "te quiero", pero esa palabra no llegaba—. ¿Crees que le haría esto a una empleada? —Le abarcó el rostro con las manos y la besó a la fuerza—.
—No más —lo alejó—, no vuelva a besarme.
—Por favor, Aileen, necesito oírlo, dímelo. ¿Quieres que ruegue? ¿Es lo que quieres?
—No, no es lo que quiero.
—Entonces dímelo, ¿me quieres? —La presionó hasta que ella terminó por decirle lo que él tanto quería escuchar—.
—Sí, lo quiero. ¿Está feliz ahora? —Preguntó enojada consigo misma por admitir tal cosa frente a él—.
—Sí, Aileen, lo estoy —intentó abrazarla, pero ella no se lo permitió—. No te alejes, Aileen.
— ¿Y por qué no he de hacerlo?
—Porque te necesito, pequeña. Haces que mi cabeza sea un infierno, pero también me das paz. Aileen, sé que esto no es fácil para ti, pero tampoco lo es para mí. Me cuesta mucho creer que alguien pueda sentir algo por mí.
— ¿Por qué?
—Por favor, Aileen, mírame, es que acaso no me ves.
—Lo hago.
— ¿Y qué es lo que ves?
—Veo a un hombre que se esconde de los demás tras un escudo de frialdad, pero que por dentro solo busca a alguien que lo quiera. Veo a alguien que le teme a la soledad. Lo veo a usted, señor Dominic.
—Aileen —la estrechó entre sus brazos, buscando algo de su calor—, no quiero ilusionarme contigo, no si después me dejarás como las demás.
—No puede juzgarme por lo que le hayan hecho otras, no es justo.
—Lo sé, solo no me falles.
—Usted tampoco lo haga.
—Te prometo que no lo haré, pero por favor deja de tratarme de usted.
¿Eso era un sí? ¿Estaba aceptando tener algo con ella? Se sentó en la silla con ella en su regazo, haciendo que recostara la cabeza en su pecho y le dio un beso en la coronilla. Acarició su rizado cabello para luego abrazarla de la cintura. Por el momento había conseguido lo que quería: la tenía. Tenía a Aileen, y fuera cual fuera su destino, disfrutaría de lo que ella le diera. La dejaría entrar en su vida y haría hasta lo imposible para que se quedara con él para siempre—.
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Siempre Es De Noche [COMPLETA]
Romance¿Amor?, ¿qué significaba esa palabra?, tal vez lo era todo y nada a la vez, resultaba increíble lo mucho que las personas anhelaban encontrar a ese alguien, que pudiera encajar a la perfección en aquel sentimiento, que nadie había visto, pero del qu...