Capítulo 8

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AILEEN

Llegó a casa con una pizza en la mano, quería celebrar su ascenso con su mejor amigo Gabriel. Hacía ocho años que vivía con él; se conocían desde niños y él se había convertido en su hermano. La cuidaba, aunque a veces ella sentía que la sobreprotegía. Él estuvo ahí cuando ella más lo necesitaba, la había ayudado a superar el dolor de la traición.

Gabriel era un chico muy atento y encantador, capaz de derretir a cualquier chica, con esos preciosos ojos azules y su piel blanca salpicada de algunas pecas, y su cabello color chocolate, algo ondulado. Su amigo sí que era todo un galán, siempre había estado rodeado de bellas mujeres, pero nunca algo serio, según él, "porque aún no encontraba el amor", pero no era así; la verdad es que él le tenía pavor al compromiso.

—Hola, Gab. —Saludó Aileen entrando al departamento—.

—Hola, linda. —Respondió con una sonrisa—. ¿Y eso? ¿Saliste temprano?

—No, Gab.

— ¿Entonces? —la cuestionó—.

—Me despidieron, pero luego me ascendieron.

— ¿Perdón? —preguntó confundido—. ¿Eso qué quiere decir? ¿Tienes empleo o no?

—Sí, me ascendieron; ahora soy la asistente del presidente de la compañía.

—Felicidades, Aileen. —La abrazó—. Es una gran noticia y hay que celebrarlo a lo grande.

—No puedo, Gab.

— ¿Por qué?

—Entro a las 6:30 de la mañana. —Le comentó—.

— ¿A las 6:30? —Dijo con sorpresa—. No inventes, Aileen. ¿Por qué tan temprano? ¿Tienes que prepararle el desayuno o qué?

—No, pero son los horarios del jefazo.

—Pues es un explotador. —lo acusó—.

—La verdad eso es lo de menos. —Le restó importancia—. Amo mi trabajo, además, quién quita y esta sea la oportunidad que tanto esperaba. Tal vez si hago bien mi trabajo, pueda hablarle al jefe de mis diseños y conseguir un puesto como diseñadora. —exclamó muy animada—.

—Ya verás que sí, linda; tú solo échale ganas. —La abrazó Gabriel—. Ahora ven, vamos a comernos esa pizza.

A las diez de la noche se preparó para ir a dormir, sabía que tenía que madrugar. Sirvió algo de agua en un vaso y tomó sus anticonceptivos; hacía un mes que llevaba tomándolos, ayudaban con el tratamiento para su fastidioso acné y para regular su período. Cuando el reloj marcó las 4:45 de la mañana, supo que era hora de levantarse; hoy empezaría en su nuevo trabajo y no podía darse el lujo de llegar tarde.

Se dio su ducha diaria y salió hasta la habitación. No sabía qué ponerse; por lo general, su jefa la dejaba ir cómoda y no le exigía que usara ningún vestuario en especial, pero seguro que con Dominic sería diferente. Buscó y buscó, y lo único que encontró fue una blusa blanca y una falda de casimir que le llegaba a cuatro dedos de la rodilla. Se puso unos tacos no muy altos y dejó que sus rizos reposaran en su cintura. Usó un poco de brillo en los labios y un poco de rímel en sus pestañas, y se preparó para salir.

A las 6:25 Aileen había llegado; la empresa estaba completamente vacía, a esa hora no se encontraba nadie. Se sentó en el que antes era su escritorio y esperó a que su nuevo jefe apareciera. Pudo ver que era muy puntual; a las 6:30 en punto lo vio entrar. Tenía puesto un terno de color negro, al más puro estilo de "Men In Black". Traía el cabello húmedo y bien peinado. Era la primera vez que lo veía en la mañana, y de algo sí que estaba segura: ese hombre se veía guapísimo en las mañanas.

Lo miró y le sonrió diciéndole un "Buenos días", pero como si no la escuchara, pasó de largo ignorándola y contestándole con un "A mi oficina".

Desde hace años, Dominic no entablaba una relación con nadie, ni personal, ni laboral, mucho menos emocional. Se acostumbró a ser frío e indolente; su hermana muchas veces le había dicho que su actitud llegaba a ser prepotente y odiosa, pero a él poco o nada le importaba lo que pensaran de él, o al menos eso le hacía creer a los demás.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora