Capítulo 89

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Al fin en casa, Aileen había sido dada de alta y Dominic no podía estar más feliz. Al fin tenía a sus dos princesas en casa. Llevaron a Mía hasta la habitación y la dejaron en su cuna para que durmiera.

—Es preciosa.

—Sí, Dominic, lo es.

— ¿Te he dicho lo mucho que te amo? —La tomó de la cintura y la acercó a él—, eres mi vida, pequeña.

—Dominic, —Lo besó—, y tú la mía. —Cenaron y se acostaron a dormir. Habían tenido un día muy agotador y estaban cansados.

A la una de la mañana, la pequeña Mía lloró haciéndolos despertar. Aileen fue la primera en levantarse, la tomó en sus brazos y la meció para que se calmara. A las dos de la mañana y luego de amamantarla, Aileen y Dominic habían regresado a dormir, pero el sueño les duró poco. Dos horas después, la pequeña Mía volvió a llorar—.

—Tranquila, linda, yo voy. Tú descansa. —Se dirigió a la habitación y la cargó en brazos para que no llorara—. ¿Qué pasó, mi princesa? —Le besó la frente—. Ya, mi chiquita preciosa, papi está aquí. —La revisó y vio que había que cambiar el pañal—. Listo, muñeca, ahora papi te leerá un cuento para que puedas dormir. —Se sentó en la mecedora con Mía en sus brazos y empezó a leerle, logrando así que al fin se durmiera—.

Aileen se despertó al sentir la ausencia de Dominic y vio el reloj; eran las cinco de la madrugada. Se levantó y caminó hasta la habitación, topándose con el más tierno de los cuadros: Dominic se había quedado dormido con Mía en brazos. Se acercó hasta él y lo despertó con cuidado para que regresara a la cama.

—Dominic, —Le besó la frente—, mi amor, te quedaste dormido.

—Pequeña, —Sonrió despertándose—, he logrado que nuestra princesa se durmiera.

—Sí, Dominic, lo lograste, pero es hora de que tú descanses también.

—Ven, linda, la pondré en la cunita.

—Sí, mi amor, pero primero le cambiaré el pañal.

—No es necesario, yo ya lo hice.

—Sí, mi amor, pero se lo pusiste al revés.

— ¿En serio?

—Sí, Dominic.

—Bueno, es la primera vez que lo hago, pero prometo que aprenderé rápido. —La besó—.

Dejaron a Mía en su cuna y regresaron a su cuarto para descansar. Aileen se quedó dormida casi de inmediato, como de costumbre, recostó su cabeza en el pecho de Dominic y lo estrechó fuerte. Él aún no se dormía; había tantas cosas en su cabeza en ese momento que le impedían dormir. Su memoria hacía un recordatorio de todo lo que había pasado antes. Recordó cómo conoció a Aileen aquella mañana y lo mucho que ella siempre se preocupó por él. Sonrió al recordar la vez en que escondió las langostas para que no las cocinaran y la primera vez que la besó, ese beso que los llevó a estar donde estaban ahora, amándose y con una hermosa hija. Recordó los malos momentos que vivió y lo solo que se había sentido antes de tenerla a su lado. No entendía por qué el amor era tan importante hasta que la conoció a ella.

Sabía que nada volvería a ser como antes; no habría más tristezas en su vida. ¿Había sufrido? Sí, y mucho, pero si de algo estaba seguro es que volvería a pasar por todo una y mil veces. Lo volvería a vivir todo, con tal de poder estar como estaba ahora, al lado de la única mujer que había logrado ganarse su corazón: junto a su gran amor, Aileen.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora