Capítulo 45

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¿Nervios? Sí, definitivamente eso era lo que sentía en ese momento; tener a Dominic encima le daba pánico. Era tan apasionado al besar que, a veces, sentía que se ahogaba. ¿Y la forma en que la miraba? Hasta parecía que se la quería comer. Deslizó sus labios por su cuello hasta llegar al centro de su pecho y terminó de abrir su blusa. Sintió cómo sus labios succionaron uno de sus pechos por encima del bralette, mientras sus manos subieron hasta el botón de su pantalón con la intención de quitárselo.

—Dominic, para, por favor —Pidió algo tensa por la situación, pero él continuó—. Dominic, por favor, no estoy lista —Pidió, haciendo que él se separara de ella—.

La miró apenado y se alejó de ella; temía haberla asustado por ir tan rápido, aunque no podía evitarlo. No había nada en el mundo que él deseara más que estar con ella. Aileen siempre era muy receptiva cuando estaban juntos; lo mimaba y correspondía a sus besos, cosa que Candy no hacía. A ella no le gustaba besarlo y evitaba tocarlo cuando estaban en la intimidad, pero Aileen no era así. Ella siempre buscaba su contacto, sea besándolo, abrazándolo o tomándole de la mano. Siempre lo buscaba, al igual que él a ella. Pero en este momento, en el que le había dicho "No estoy lista", si lo pensaba bien, tal vez tenía razón y no era buena idea estar con ella, porque, siendo honesto, tenía miedo de que lo rechazara por su aspecto y por lo que se ocultaba tras sus ropas.

Luego del accidente en el que murieron sus padres y al que él sobrevivió, tanto su rostro como su cuerpo habían sufrido graves secuelas. Tenía cicatrices que, seguramente, a ella no le agradarían para nada, porque si algo podía jurar, es que ninguno de los chicos que hayan pasado por la vida de Aileen debieron ser como él, y lo más probable era que no disfrutara de tener intimidad, como tal vez lo disfrutó con otros chicos, y eso lo atormentaba: saber que ella pudiera rechazarlo por su aspecto.

—Lo siento, linda, yo... en verdad lo siento —Se disculpó, intentando irse, pero ella se lo impidió tomándolo de la mano y quedando de pie frente a él—.

—Dominic, perdón, yo...

—Está bien, linda —La interrumpió—. No te disculpes, no es tu culpa, he sido yo, he ido muy rápido.

—Dominic, lo siento, es solo que no quiero decepcionarte.

— ¿Y por qué has de decepcionarme, pequeña?

—Tenía 19 años cuando conocí a Robert —Le soltó, era momento de contarle su historia—.

— ¿Robert? ¿El esposo de Malenka?

—Sí, yo trabajaba en la cafetería de mi tío John y él la frecuentaba a diario con sus amigos. Un día me pidió que lo acompañara en su mesa y charlamos durante un largo rato. Poco tiempo después nos hicimos amigos, hasta que él me pidió que fuera su novia y yo acepté. Estuvimos juntos por casi un año, hasta que descubrí la verdadera razón por la que estaba conmigo.

— ¿Y cuál fue, linda?

—Robert había apostado con sus amigos que podía llevarme a la cama, y me enteré de todo porque su amigo no quería perder la apuesta, y me lo dijo.

—Ese desgraciado —Dijo con rabia—.

—Dominic, sufrí y mucho. Cuando lo encaré, él no lo negó, dijo que alguien como yo no estaba a su nivel y que jamás pertenecería a su mundo.

—Linda —La tomó del rostro y besó su frente—, ese idiota no supo valorarte, pero puedes estar segura de que eso jamás pasará conmigo.

—Lo sé, Dominic, pero no quiero decepcionarte.

—No lo harás.

—Dominic, yo nunca he tenido intimidad con ningún hombre —Le confesó algo apenada—.

— ¿Eres virgen? —Preguntó algo confundido—.

—Sí, yo jamás me entregué a Robert, nunca me sentí segura de dar ese paso con él, como lo siento contigo. Te amo, Dominic, y sé que eres tú con quien quiero hacerlo, es solo que has ido un poco rápido y me asusté.

La miró reprochándose a sí mismo por su comportamiento. ¿Cómo no iba a asustarla si se le había ido encima y la había tocado sin pudor alguno? Pero lo que más le daba rabia era descubrir que Robert le dijo mentiras aquel día en la oficina con respecto a Aileen. Esa había sido la razón por la que él la acosó aquella vez y la razón por la que se comportó como un idiota.

La tomó de las manos y le dio un corto beso, para luego abrochar los botones de su blusa y acomodar su cabello.

— ¿No te molesta, verdad?

—No, pequeña, todo a su tiempo —La estrechó entre sus brazos; Aileen se veía tan inocente a veces, su niña, su amor—.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora