Capítulo 16

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DOMINIC

Ya había perdido la cuenta de todos los tragos que se había tomado, pero bastaba con ver la botella para saber que fueron varios. ¿Pero qué había estado a punto de hacer? ¿En serio pensó en besarla?

Se levantó y caminó por la estancia del despacho, enojado consigo mismo. Había algo en esa chica de ojos cafés que le molestaba, que hacía que se reprochara el traer esa máscara.

Se paró frente al espejo y vio su rostro, su maldito rostro. Llevaba años odiándose a sí mismo; su accidente lo había convertido en un hombre inseguro y solitario que no apreciaba la vida. ¿De qué valía tenerlo todo, si al final del día el resultado era el mismo? Soledad. Tenía una casa enorme, pero estaba solo. Vivía rodeado de lujos, pero eso no lo hacía feliz. Ninguna chica quiso estar con él luego de que su novia cancelara el compromiso públicamente, y las que se habían acercado a él no buscaban más que su dinero. Fue eso lo que le llevó a alejarse de todos; no quería volver a saber del amor. Para él, ese tema estaba muerto, o al menos eso es lo que él pensaba.

Hace unos meses se había jurado hasta el cansancio que no volvería a pasarle, que jamás se enamoraría de nuevo, y así fue durante diez años. Diez años en los que no hacía más que ir al "Pink Moon" y pagar por los servicios sexuales de cualquier mujer. Pero ahora todo se había jodido; aquella chica de cabello rizado y mirada marrón lo tenía confundido, con esa manera de tratarlo, con esa forma de sonreírle. Era tan espontánea y alegre. Si la hubiera conocido en otro tiempo, hubiera ido por ella sin pensárselo dos veces, pero ahora que el Dominic apuesto y conquistador había desaparecido, no le quedaba nada más que sus inseguridades.

Terminó su trago y aventó con fuerza la copa, hasta que la misma se rompió en mil pedazos, para acto seguido reventar el espejo con el puño, llevándolo a lastimarse y sangrar. Se sentía tan agobiado en ese momento. Siempre soñó con tener una familia, con encontrar alguien que pudiera amarlo por lo que era y que no se fijara en su físico, pero eso nunca pasó y al final la soledad terminó por consumirlo y convertirlo en una persona fría que solo buscaba escudarse de quien quisiera lastimarlo.

El timbre sonó sacándolo del infierno en el que se encontraba en ese momento. Alguien había llegado. Caminó por el pasillo dejando gotas regadas de su sangre por el piso, abrió la puerta y ahí estaba ella. No sabía si era el trago o si en verdad estaba ahí, tal vez el alcohol estaba haciéndole una mala jugada.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora