Capítulo 90

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Yo solía pensar que sabía quién eras tú
No sabía que dentro de ti yo iba encontrar la luz
No sabía que existía un mundo así
No sabía que podía ser tan feliz
Y la vida pasaba de largo vacía sin emoción
No había nada flotando en el aire abrazándome el corazón
Y llegaste tú y el mundo me abrazo
Y llegaste tú y el mundo se paro

Y llegaste tú y me sorprendió
El poder que había en este amor
Y llegaste tú una bendición
Aún recuerdo el momento en que todo cambió
Y llegaste tú y me sorprendió
El poder que hay en este amor
Y llegaste tú, una bendición
Aún recuerdo cuando llegaste tú

Artista: Sin Bandera
Canción: Y llegaste tú

Seis meses, seis maravillosos meses habían pasado ya desde que nació Mía y él no podía estar más feliz. Ser papá era una de las experiencias más bonitas que le podía brindar la vida, y él la disfrutaría al máximo.

—Mi amor, —Lo llamó Aileen emocionada—.

— ¿Qué pasa, pequeña? —Preguntó Dominic entrando a la habitación—.

—Al fin me queda el vestido, Dominic, —La observó detenidamente de arriba abajo, lucía preciosa con aquel vestido con destellos dorados. Durante tres meses la había visto hacer ejercicio para recuperar su figura, aunque para él, su princesa siempre lucía hermosa. Detuvo su mirada en esas caderas que tanto le fascinaban y que el embarazo había hecho que se ensancharan más. Se acercó hasta ella, comiéndosela con la mirada, y le rodeó la cintura con los brazos, rozándose descaradamente en ella—.

—Te ves preciosa, pequeña, —Le susurró al oído con la voz cargada de deseo—.

— ¿Mucho? —Preguntó cerrando los ojos al sentir cómo le besaba el cuello—.

— ¿Quieres que te demuestre cuánto, pequeña? —La giró para que quedara frente a él y le besó los labios. Subió sus manos hasta su rostro y empezó un recorrido de caricias en el cuerpo de la mujer que tanto amaba. La tomó por los muslos y la instó a que le abrazara la cintura con las piernas para llevarla a la cama. Quería aprovechar que Krubscabia se había llevado a Mía para que pasara la tarde con ella y con Gabriel. Se sentó en la cama con ella en su regazo y continuó besándola, demostrándole todo su amor—.

—Pequeña, —La tomó del rostro y juntó su frente con la suya—, necesito que te saques ese vestido o terminaré rompiéndolo.

—No, Dominic, ese es el vestido que usaré mañana en la boda de Gab.

—Entonces quítatelo, mi amor, —Le bajó la cremallera de la prenda y se la sacó con ayuda de Dominic, hasta quedar desnuda, para luego ayudarlo a desvestirse a él. Vio su cuerpo y las marcas que lo cubrían. Dominic le había contado lo mucho que sufrió, no solo por el rechazo que recibió por parte de Malenka y Candy, sino por el dolor que soportaba en las curaciones. Su Dominic había tenido que pasar por mucho. Recorrió con sus labios aquellas marcas que él tanto odiaba, pero que para ella eran la prueba de lo valiente que su chico había sido, y las besó para luego subir a su boca. Dejó que tomara el control y se entregó por completo al hombre que la tenía enamorada. Lo sintió entrar en su interior, cálido y tierno como siempre. Así era él, sabía cómo tocarla, cómo hacerle el amor—.

—Te amo, pequeña, —Susurró sobre sus labios al sentir que el éxtasis estaba a punto de llegar. Le abarcó la cintura con los brazos hasta que ella quedó sobre él y continuó invadiéndola, esta vez con más profundidad. Supo que ella había llegado al orgasmo con él cuando la escuchó sollozar de placer y se aferró con más fuerza a él, como pidiendo que no la soltara. Besó su boca y dejó que reposara sobre su pecho, solo para volver a fundir su cuerpo con el suyo, en otra oleada de fervor—.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora