DOMINIC
¿Qué había pasado ahí? ¿Por qué lloraba? La miró confuso, sin entender qué pasaba, mientras Aileen solo se limitó a abrir la puerta del auto para sentarse al lado del chofer, aunque Dominic fue más rápido y la detuvo.
—Lo siento. —Se disculpó, sintiéndose culpable de su reacción—. No quise ser grosero.
—No es usted, sabe, yo... no ha sido el mejor día, eso es todo.
—La vida es así, Aileen, tiene sus buenos y malos momentos, pero es lo que hay. Ten. —Le ofreció un pañuelo—. No querrás que te vean así. —Le señaló los ojos—.
—Gracias, señor. —Tomó el pañuelo y sacó su espejo para mirarse—. Qué desastre, parezco un panda.
—Creo que eres un lindo panda. —Comentó, tratando de hacerla sonreír—.
AILEEN
¿Estaba bromeando con ella? Una media sonrisa se dibujó en su rostro al escucharlo. Era extraño ver ese contraste: aquella máscara le daba un aspecto de hombre frío e inexpresivo, pero al parecer tenía sentido del humor.
Terminaron los trámites y regresaron a la oficina. Todo había sido tan extraño. Dominic precedía la reunión desde un cuarto haciendo una videoconferencia, pero solo con sonido, evitando a toda costa tener contacto con los demás—.
— ¿Necesita algo más, señor?
—No, te puedes ir a almorzar.
— ¿Usted no almorzará? —Preguntó—.
—No.
—Si quiere, puedo pedir que le traigan comida. —Se ofreció—.
—No tengo hambre.
—La señorita Krubscabia hacía que le pidiera la comida de un restaurante de aquí cerca. Si quiere...
—No, Aileen. —La interrumpió—. No tengo hambre y yo no soy mi hermana Krubscabia. Ahora ve a almorzar.
—Sí, señor, permiso. —Dijo, saliendo de la oficina—.
Se dirigió hasta el restaurante al que iba siempre y almorzó, para luego comprar algo de comida para su jefe.
—Señor, ya estoy aquí. Le traje el almuerzo. —Anunció, enseñándole la comida—.
—Ya te dije que yo no almuerzo, Aileen. No debiste traer comida.
— ¿Cómo que no almuerza? Son casi las 2 de la tarde. Si no come, le hará mal.
—Pero...
—Sin peros, señor. Debe almorzar. —Adecuó el escritorio para que Dominic almorzara y le sirvió la comida—. Pero mire nada más, esta oficina es un desastre. ¿Quiere que llame a la señora de limpieza para que la arregle un poco?
—No, nadie entra en esta oficina. ¿Entendido?
—Sí, señor, ahora regreso.
— ¿Dónde vas?
—Ahora vuelvo. —Salió con rumbo al cuarto de servicio y buscó algunas cosas para limpiar un poco la oficina—. Ya volví.
— ¿Qué es todo eso que traes ahí?
—Voy a limpiar un poco la oficina, señor, así que usted almuerce tranquilo.
Empezó a ordenar un poco ante la mirada de Dominic. Era extraño, pero esa chica había logrado hacer que almorzara, cosa que Krubscabia jamás pudo. La observó un momento. No era tan alta, poseía un cabello largo y rizado, tenía un cuerpo con buenas caderas y unas lindas piernas.
AILEEN
Se acercó hasta el escritorio de su jefe y tomó una fotografía para limpiarla. En ella se veían a los padres de Dominic y también a él.
—Vaya, ahora veo de dónde sacó la señorita Krubscabia su belleza. Se parece mucho a su madre, era linda.
—Sí, lo era. —Respondió sin importancia—.
—Sabe, usted se parece mucho a su papá. Heredó lo guapo. —Le guiñó el ojo—.
— ¿Tratas de ganar puntos para quedarte con el puesto? —La cuestionó—.
—No. ¿Funcionaría?
—No, no funcionaría.
—Bien, pero aun así pienso que es lindo, y ahora me llevaré esto. —Indicó, tomando los platos y saliendo de la oficina—.
DOMINIC
¿Había dicho que le parecía lindo? Esa chica definitivamente estaba loca. Era bonita, no se lo iba a negar. Tal vez no despampanante como las mujeres que había estado acostumbrado a frecuentar, pero tenía lo suyo. Y debía admitir que desde aquella vez que le había dicho que, "Quién diría que con esa cara tan bonita, iba a ser usted semejante cabrón", lo había noqueado. Hasta ahora le daba risa ese comentario. Esa chica no era normal, definitivamente no lo era.
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Siempre Es De Noche [COMPLETA]
Storie d'amore¿Amor?, ¿qué significaba esa palabra?, tal vez lo era todo y nada a la vez, resultaba increíble lo mucho que las personas anhelaban encontrar a ese alguien, que pudiera encajar a la perfección en aquel sentimiento, que nadie había visto, pero del qu...