Capítulo 71

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Sintió entre sueños que lo besaban y abrió sus ojos. Era su pequeña, su princesa, la mujer que tiempo atrás le había devuelto el amor que tanto le había sido negado.

La tomó de la cintura y la sentó sobre su regazo para llenarla de besos. Hacía dos meses ya que Aileen había aceptado ir a vivir con él, y él no podía estar más feliz. La soledad al fin se había marchado de su lado para dar paso a una felicidad que parecía nunca acabar. Era extraño, pero en ese tiempo habían pasado muchas cosas. Gabriel y su hermana optaron por ir a vivir juntos y, aunque para él era pronto, ver lo feliz que estaba Krubs lo terminó de convencer. Para él, Gabriel era un buen hombre y eso lo tenía tranquilo.

—Buenos días, mi amor.

—Buenos días, pequeña.

—El desayuno está listo, ¿quieres que te lo traiga?

—No, princesa, lo tomaré contigo abajo.

—Bien, entonces te espero abajo. —Le besó los labios antes de irse—.

Se dio un baño y vistió cómodo para bajar a la cocina. Desde que Aileen había aceptado vivir con él, todo cambió para bien. La casa pasó de tener un sepulcral silencio a estar llena de vida. Ya se había acostumbrado a levantarse con la música retumbando por toda la estancia. A su princesa le gustaba escuchar la música a todo volumen y cantar a todo pulmón, aunque cuando lo hacía en español, él no entendía lo que decía—.

Le sirvió el desayuno y él la tomó de la mano para sentarla en su regazo. Le gustaba que le diera de comer en la boca y que lo mimara. Amaba todo lo que ella podía darle; la amaba a ella.

— ¿Quieres que salgamos a algún lado, pequeña?

—No, Dominic, mejor quedémonos. El día está feo y parece que va a llover.

—Ok, lo que mi princesa quiera. —La besó, ayudó recogiendo los platos y se puso un delantal para lavarlos—. Listo, —dijo secando la última taza—.

— ¿Sabes, Dominic? Ese delantal te da un toque muy sexy.

— ¿Sí? —Preguntó acercándola a él—.

—Sí, Dominic.

—Pequeña, —La abrazó y meció su cuerpo al compás de la melodía que sonaba. Era una canción en español que no entendía, pero que tenía buen ritmo. La tomó de la mano y la hizo girar para atraerla hacia él nuevamente. Le gustaba bailar con ella, abrazarla, todo; le gustaba todo de ella—.

El día transcurrió normal. Sentada en su regazo, Aileen escuchaba atenta a Dominic leer. Lo adoraba, adoraba a su príncipe azul, a su caballero. Se abrazó fuerte a él hasta quedarse dormida. Él la tomó en sus brazos y la llevó hasta la cama. Afuera llovía a cántaros y hacía frío. Se recostó a su lado y la estrechó entre sus brazos. Tenía miedo de perderla, le había ocultado tantas cosas a ella y a su hermana. Su cabeza era un mundo de infiernos que lo atormentaba y no lo dejaba vivir en paz. Odiaba a su padre más que a nada en el mundo, lo odiaba por lo que le había hecho y por lo que seguía haciéndole a pesar de estar muerto. ¿Es que acaso nunca iba a dejar de arruinarle la vida? Cerró los ojos buscando algo de paz al lado de aquel ángel que le daba tranquilidad y se durmió ajeno a todo lo que Robert y Malenka tenían preparado para él.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora