Capítulo 25

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Dominic

Regresó a casa sintiéndose derrotado; otra vez le tocaba perder. Había pensado que Aileen sentía algo por él, pero, obviamente, se había equivocado: ella tenía una pareja, una normal; él no usaba máscara, ni tenía marcas. Aventó la copa que tenía entre las manos, haciendo que esta se rompiera en mil pedazos. Estaba enojado y prefirió irse a dormir; no quería seguir pensando en ella.

La mañana lo sorprendió con el ánimo por los suelos y le costó levantarse. Trató de enfocarse en su trabajo y en los asuntos que tenían pendientes, pero se vio interrumpido por Robert.

—Vaya, vaya, sí que te gusta madrugar. —Molestó Robert, entrando a la oficina—.

— ¿Qué quieres, Robert?

—He traído el presupuesto que se invertirá en el desfile para que lo revises; mi esposa se está encargando de la publicidad y necesitamos que apruebes el presupuesto.

—Dámelo. —Dijo, cogiendo los documentos—; al mediodía te mandaré la respuesta con Aileen.

—Así que la dejaste como tu asistente después de todo. Sabes, no te culpo; es linda y buena en lo que hace, tú me entiendes —Comentó, tratando de meter cizaña—.

—No, no te entiendo.

—Conozco a Aileen; la conozco desde hace mucho. Sabes, es buena en la cama. —Mintió—; solo tienes que ofrecerle algo de dinero y verás lo bien que se porta. Hazlo, te aseguro que no te arrepentirás.

—Aileen no es ese tipo de mujer. —Respondió—.

—Sí, claro, como no. —Se mofó—; a Aileen le gusta aparentar ser una niña buena, pero no lo es. Sabes, ella es el tipo de mujer que se metería con su jefe a cambio de algunos beneficios. Te lo diré yo, que estuve con ella. Pero bueno, te dejo; tengo cosas que hacer.

Salió de la oficina dejándolo sorprendido. ¿Ese tipo conocía a Aileen? ¿Había estado con ella? ¿Qué diablos había sido todo lo que le dijo? La rabia del momento lo hizo pensar cosas que no eran, dejándose llevar por los malos juicios que Robert había hecho. Si lo pensaba bien, hasta tenía sentido: jamás le habló de su pareja porque, para él, Aileen tenía una. Tal vez Robert tenía razón y Aileen no era lo que aparentaba ser.

—Buenos días, señor Dominic.

La voz de Aileen irrumpió en la oficina, llamando su atención. Tenía una hermosa sonrisa en el rostro; lucía preciosa, aunque la pregunta era: ¿Cuándo no? A Dominic le encantaba ver a Aileen; tenía ese encanto latino que tanto llamaba su atención. La miró fingiendo quemeimportismo y no contestó el saludo.

—Le traje el desayuno, señor Dominic.

—No tengo hambre.

— ¿Otra vez con lo mismo, señor? —Se acercó hasta el escritorio y dejó la bandeja en su escritorio—; coma y no me discuta.

—Ya te dije que no tengo hambre; llévate esto. —Retiró la comida de mala manera—.

—No me lo llevaré. —Le sonrió, pensando que bromeaba—; tiene que comérselo.

—Maldición, Aileen. —Alzó la voz—; ya te he dicho que no quiero comer; ahora quita eso de aquí.

— ¿Pasa algo, señor Dominic?

DOMINIC

La miró cínicamente y se acercó a ella hasta arrinconarla en la pared, haciendo incómoda la situación.

—Sabes, Aileen, eres una mujer muy linda, y yo soy alguien con dinero que estaría dispuesto a pagar por algo de sexo.

— ¿Qué? —Lo cuestionó entre la indignación y la rabia. Trató de alejarse de él, pero Dominic se lo impidió—.

—Vamos, Aileen, no finjas ser una chica buena. Conozco a las de tu clase. Dime, ¿cuánto quieres por darme algo de placer? Tienes una buena reputación aquí en la empresa, y yo puedo ser muy generoso si tú te portas bien conmigo —Continuó, tratando de acercarla, pero ella lo rechazó—.

AILEEN

Se sintió humillada con sus acciones y no dudó en frenarlo. La bofetada fue tan fuerte que le viró el rostro, haciendo que se alejara de forma abrupta de ella, dejándolo en blanco ante su reacción.

Siempre Es De Noche  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora