Capítulo 1

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ÉXODO DE LA LUZ



Donde hay luz, hay también oscuridad, eso es lo que muchos dicen.

El nacimiento de la tierra, el evento más importante para nosotros, pues dio paso a nuestra posible existencia; fue más caótico y devastador de lo conocido.

Los primeros hijos de la luz estuvieron presentes aquel día, y sometieron a las sombras que atormentaban el naciente mundo para purificarlo: pero al nacer nuestro mundo, una gran parte de la oscuridad que permaneció luego de la llegada de los primeros, volvió a levantarse tratando de destruir todo. Si el mundo no podía pertenecer a la oscuridad, era mejor para ellos destruirlo por completo.

En ese entonces había tanta vida nueva en el mundo, en un gran y único continente rodeado de un vasto mar, pero en su pureza, ninguno había conocido la oscuridad aún.

Asolai fue llamado su hogar, en honor a la primera luz que en ella estuvo. Fue esta gloriosa tierra el centro de todo el enorme continente, cuna de la vida, y el pilar que mantenía firme todo lo demás; pero ahora se había convertido en el punto más peligroso e inestable de todos, quedarse ahí era como buscar la muerte, pues pronto los desastres acabarían con ellos sin dejar ningún rastro.

Los titánicos guardianes ordenaron a todos escapar de inmediato del centro de su continente, hacia lugares lo más alejados posible para estar a salvo, dejándoles como único pedido a las razas más fuertes y antiguas, que protegieran y guiaran a las más jóvenes hasta que estuvieran listas para ayudarlos en su lucha contra la oscuridad; de todos ellos dependería proteger su hogar.

Los hijos de la luz aceptaron el pedido de sus guardianes, y por primera vez experimentaron el sentir duda y dolor.

Dejaron su hogar llevando consigo unas reliquias otorgadas por sus guardianes, las cuales les ayudarían a protegerse en caso llegara a ser necesario, y que les pertenecerían a todos.

Las razas más antiguas se prepararon para proteger a las más jóvenes durante el éxodo, mientras los doce titánicos se dispersaban por los alrededores de todo Asolai para rodearlo e intentar usar su luz para frenar la devastación del mundo.

El planeta entero temblaba, se resquebrajaba y sufría, estaba agonizando y los titanes lo sabían bien. Podían sentir su dolor como si fuera sobre su propio cuerpo; como se retorcía, como se inundaba, como se corrompía.

La conexión que tenían con el mundo al haber sido testigos de su nacimiento era muy poderosa, no podían permitir que algo así sucediera.

Así tuvieran que hacer el máximo sacrificio, los guardianes estaban dispuestos a darlo todo por preservar la vida de las nuevas luces nacidas de este mundo, pues ese había sido su deber con la luz.

Si bien estos desastres parecían ser una obra de la naturaleza para nosotros, en aquellos días nada pasaba sin un motivo y ellos lo entendían mejor que nadie; aquello era obra de los desastres oscuros que una vez cubrieron toda la tierra, y tendrían que enfrentarlos si lograban detener la destrucción del mundo entero; pero no estarían en las mismas circunstancias que antes, pues no todo debía ser perdido.

Entre estos titánicos protectores de inconmensurable poder, existía un ser que encarnaba a la misma luz, no era un titán como tal, pero era tan poderoso, e incluso más que ellos.

En'thalo fue el nombre que recibió, pues fue él aquella primera luz que llegó a este mundo, aquel que fue el primero en tocar al planeta y surcar sus aguas, en un mundo que estaba por ser consumido por la oscuridad, y el más poderoso ser que jamás existió, y que enfrentó todo este mal.

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