Capítulo 29

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...

—No, apenas pueden abrir un portal pequeño y con mucho esfuerzo para un solo demonio. Esa mujer abrió dos enormes y siguen llegando demonios— Respondió Laia.

—Eso es lo que más me preocupa... No he visto que alguien haga eso desde...— Susurró Astrid con preocupación.

Ya casi hemos llegado al paso de las montañas del mirador— Exclamó Astrid.

—Hay que cruzar ese parque y lo lograremos— Completó Laia.

—Van a destruir mi parque favorito...— Susurró Khara con pesar.

—¡Concentren sus ataques adelante! ¡Que vuelvan a la formación!— Exclamó Astrid hacia Tyrion y Gabriel.

Con todo el calor del momento y el apuro por salir de ahí, Ren no había notado antes el gran daño que se hacía en el suelo, pero cuando frenó un momento por el cruce de los ejércitos, pudo ver cómo con la fuerza de sus pies al presionar hacia el frente, los ángeles hacían daño al asfalto y dejaban marcados los rastros de su paso.

—¡Es increíble!— Exclamó.

Pasaba el tiempo y los guerreros ya se veían agotados.

La fuerza de los sanadores era vital para todo combate, y aunque estaban muy bien entrenados, no se puede estar del todo preparado para el desgaste en un combate real, mucho menos uno como para enfrentar una fuerza invasora de ese alcance.

Muchos guerreros de espadas, entre ellos Astrid, se vieron forzados a llevar la batalla a los cielos intentando no separarse de la legión para protegerlos, mientras que otros permanecían en tierra, donde los cadáveres de demonios caían cual granizo, pero pronto los ángeles también empezaron a caer.

El primero fue empujado a tierra de un golpe devastador que casi lo mató, pero fue atrapado en el aire por uno de los guerreros de escudo que saltó al verlo caer.

Un gran tajo marcaba su pecho y parte de su brazo, estaba muy herido y los sanadores no tardaron en acercarse, pero pronto comenzaron a caer más y más.

Las heridas pasaron de ser solo superficiales a heridas críticas, y claro, tardaban más en ser curadas por los Lucero del Alba.

Astrid intentaba ayudar a algunos guerreros que caían. Tenía sujetados a dos y volaba por un tercero, pero pronto fue embestida por un grupo de demonios que la había rodeado para separarla de los demás.

Finalmente lograron hacerla caer unos metros más lejos del muro de escudos, era una oportunidad muy grande para el enemigo, y no tardó en ser rodeada por los demonios.

Astrid peleaba incansable y con fiereza, pero en dirección opuesta hacia el muro de escudos. Quería llegar a un lado en específico.

—¡Astrid está en riesgo!— Exclamó Ren bastante alterado.

—¡Ren, no! ¡Mira!— Exclamó señalando más allá, hacia donde unos demonios rodearon a unos guerreros cada vez más debilitados y heridos.

La situación de Astrid era peligrosa, sin embargo lo que más le preocupaba a ella era llegar hacia sus guerreros para ayudarlos, y ni siquiera se veía una gota de sudor en su rostro por el temor o desesperación.

La barrera de luz que la resguardaba no duraría mucho más, debía apresurarse y acabar con ellos, sus fuerzas no eran ilimitadas y además de estar combatiendo con tanta fuerza, ayudaba a mantener unas barreras de luz sobre algunos guerreros cercanos y sobre los heridos.

Con gran esfuerzo logró pasar a sus atacantes y llegar hasta sus aliados, quienes en ningún momento habían dudado de ella y solo la esperaban mientras se recuperaban muy lentamente con el poder de la luz.

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