#PERSPECTIVA DE ÁNGEL#
La luz del sol recorrió mi cuarto haciendo que me despertara. Era pronto, las diez de la mañana. Apenas había podido dormir ya que ese día conocería a los padres de mis padres.
Abrí la puerta nerviosa pero mi hambre podía a mis nervios. Me extrañé al escuchar unas voces que no reconocía. Bajé las escaleras y me quedé asombrada. Me paré en el antepenúltimo escalón. La casa estaba llena de gente que no conocía. Seguramente, eran los familiares de mis tutores.
Imaginaos a mí paralizada ante personas bien vestidas. Yo estaba con mi precioso pijama que tanto adoraba. Pantalones sueltos negros, una camiseta, también negra, de tirantes que dejaba a la vista mi preciosa tripa y una melena desaliñada que podía resultar bonita y provocativa para los adolescentes pero allí todos eran señores mayores y niños. Estaba totalmente avergonzada.
De repente escuché ladridos. Vi a mi perro correr hacia mí seguido de un niño y una niña. El cachorro me suplicaba que le cogiera, parecía que tenía miedo a los niños. Lo cogí en brazos y los pequeños se plantaron frente a mí mientras me observaban.
-¿Qué hacéis persiguiendo a mi perro?- Pregunté sin querer parecer borde.
-Queremos acariciarle.- Dijo la niña de forma inocente.
Me senté en las escaleras sujetando al cachorro para que ambos pudieran acariciarle.
-¿Cómo os llamáis?- Añadí queriendo ser amable.
-Me llamo Lindy y él es Javier.- Respondió la chica mientras tocaba lentamente el pelo de mi mascota.
El niño me dedicó una bonita sonrisa cuando la chica dijo su nombre.
-Tú debes ser nuestra prima, ¿no?- Preguntó Javi.
-Sí, soy Ángel.- Me presenté.
-Guay.- Dijeron los dos niños a la vez mientras que Lindy me empujaba por las piernas para que andara y Javier me agarraba de la mano que tenía libre para que le siguiera.
Me llevaron hasta la cocina y se sentaron en los taburetes frente a la encimera. Yo puse mi vista en Margi que hablaba con una señora. Me acerqué a ella.
-Mamá.- La llamé pero pareció que no se enteraba de que le decía a ella.
-Mamá.- Repetí tocándole un poco el brazo.
-¿Me has llamado "mamá"?- Preguntó ella confusa al darse cuenta de que la llamaba.
-Sí. No me habías dicho que vendrían todos tan pronto.- Le conté soltando al cachorro.
-¿Esta es Ángel? Pero qué mayor. Es más preciosa en persona que en las fotos.- Gritó la señora que hablaba con mi madre.
-¿Fotos?- Repetí siendo yo ahora la confundida.
¿Les había mandado fotos mías a ellos? ¿Cuándo di yo permiso para eso?
-Ella es mi hermana, Carmen, y su marido George.- Les presentó Margi.
Carmen era una señora un poco mayor que mi madre, llevaba el pelo teñido de rojo y vestía glamurosamente, George era más urbano, es decir, vaqueros, zapatos y una camisa normal y corriente. Una pareja muy curiosa.
Les di un beso a ambos. Estaba muy confusa. Varias veces intenté subir a mi cuarto a cambiarme de ropa pero aparecía más gente que no conocía a presentarse.
Estaban los padres de Lindy, Hilda, la hermana de Leo, que era una mujer de unos cuarenta años, rubia con mechas claras y que vestía con tacones altísimos; y su marido Alberto, un señor un poco mayor que ella que, por suerte para la señora, no tenía calva pero su pelo medio blanco le quedaba bien haciéndole parecer más sabio.
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¿Quién soy yo?
Novela JuvenilNo hay forma más básica de describir una historia que diciendo que contiene un inicio, un problema y un desenlace. No puedo decir lo mismo de esta historia protagonizada por una joven que, como muchos escucharéis decir, está perdida y parece buscar...